El escándalo que sacude a la Liga

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La UEFA puede excluir al Barcelona de competiciones europeas si se prueba, como sostiene la Fiscalía, que sobornó a Negreira para obtener favores arbitrales

18 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Las supuestas irregularidades detectadas por la Agencia Tributaria en la actividad, entre el 2014 y el 2018, de la sociedad Dasnil, propiedad de José María Enríquez Negreira, entonces vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, han derivado en el mayor escándalo del fútbol español contemporáneo. La relación entre esa empresa y el Barcelona ha servido para desenmarañar un vínculo de supuestos sobornos sostenido durante casi dos décadas en los que la jueza Silvia López ha visto indicios suficientes de delito. Se imputan hasta tres, la corrupción entre particulares en el ámbito deportivo, la administración desleal y la falsedad documental.

Durante su comparecencia ante la Agencia Tributaria, a la que tuvo acceso El País, Enríquez Negreira dijo que trataba directamente con los presidentes del club azulgrana, negó que hubiese comprado árbitros con el dinero que percibía y justificó su contratación porque «en el Barcelona consideraban que se les perjudicaba y beneficiaba a otros equipos». En el banquillo, como investigados, además de Enríquez Negreira y de su hijo, dos expresidentes —Rosell y Bartomeu— y dos exdirectivos del Barcelona.

Personados en la causa, la Liga y la Federación, incapacitados por sí mismos para investigar y dictar justicia, por tener sus reglamentos vinculados al plazo de prescripción de tres años para los delitos más graves que establece la Ley del Deporte. Los últimos pagos, del 2018, habrían prescrito. No así para la UEFA que, en el reglamento vigente para la participación en la Liga de Campeones, prevé la exclusión de cualquier club implicado en una actividad dirigida a influir en el resultado de un partido, ya sea en una competición nacional o internacional, a partir de la entrada en vigor del artículo 50 (3) de sus Estatutos. Es decir, del 27 de abril del 2007.

En la denuncia presentada contra el Barcelona, el Ministerio Público sostiene los pagos millonarios que realizó a Enríquez Negreira, cuando ocupaba el cargo de vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, tenían como objetivo que «realizase actuaciones tendentes a favorecer al FC Barcelona en la toma de decisiones de los partidos que disputase el club, y así en los resultados de las competiciones». Al margen, de la implicaciones penales para los implicados, si se prueba la tesis de la Fiscalía la UEFA está obligada a tomar medidas sancionadoras.

La investigación considera acreditado que, al menos entre el 2001 y el 2018, el Barcelona pagó a Enríquez Negreira 7,3 millones de euros. Aunque el foco judicial, por tratarse de los delitos que no habrían prescrito, se centra en los años en los que Negreira cobró a través de dos sociedades, Nilsat (1,2 millones entre el 2014 y el 2015) y Dasnil (1,6, entre el 2016 y el 2018), la Agencia Tributaria ha concluido que el Barcelona usó siete sociedades para efectuar los pagos y que solo los interrumpió definitivamente dos meses después de que Negreira fuese relevado en su cargo.

Numerosas contradicciones y la sospecha sobre la implicación de terceros

En un mensaje de vídeo, el presidente del Barcelona, Joan Laporta, se dirigió ayer a sus socios. «No solo nos defenderemos, atacaremos», advirtió. Laporta será requerido como testigo y deberá explicar por qué retomó los pagos a Enríquez Negreira durante su anterior mandato y multiplicó la cuantía de los mismos.

Las explicaciones aportadas por el Barcelona, tras hacerse públicos los pagos millonarios a Enríquez Negreira, agrandan las dudas. El mandatario reconoció los pagos durante su primera etapa como presidente. «Los informes tenían soporte documental y audiovisual. Y no poníamos sociedades por medio, pagábamos directamente», dijo. Sin embargo, la Agencia Tributaria concluye que el Barcelona utilizó hasta siete empresas para realizar los abonos.

Otra contradicción en el relato que ha armado el Barcelona está en la utilidad que le daba a los informes que pagaba a precio desorbitado. «Ha sido una sorpresa para mí, no sabía ni que existían», respondió, cuestionado por ellos, Ernesto Valverde, técnico en la temporada 2017-18, cuando todavía efectuaba los pagos a Negreira. «Nosotros no sabíamos nada. Los jugadores ya conocemos a los árbitros. Algunos entrenadores vienen de fuera y necesitan ayuda. Entiendo que esos informes eran más de cara a ellos», sostuvo Gerard Piqué, que jugó en el Barcelona diez temporadas —entre el 2008 y el 2018— en las que se efectuaron los pagos. Sin embargo, en el 2001, cuando comenzó el acuerdo con Negreira, los técnicos fueron Serra Ferrer y Rexach. Durante la década que coincide con la presencia de Piqué, al Barcelona lo entrenaron Guardiola, Vilanova, Martino, Luis Enrique y Valverde.

La Agencia Tributaria sospecha que Negreira pudo pagar a terceros con el dinero en efectivo que retiraba continuamente. Solo entre el 2016 y el 2019, sacó más de medio millón de euros cuyo destino se desconoce. Aunque la sospecha pudiera recaer en el colectivo arbitral, en Hacienda no descartan que estos terceros pudieran ser exdirectivos del Barcelona.

La posible sanción en competiciones europeas a la que se enfrenta el Barcelona sería un duro revés económico. Laporta vendió en verano, en las cuatro palancas, activos del club e hipotecó futuros ingresos para contar con liquidez. Entre junio y julio, en las dos primeras palancas activadas, Laporta vendió al grupo inversor estadounidense Sixth Street Partners la explotación del 25% de sus derechos televisivos de los próximos 25 años, por los que obtuvo 667 millones de euros. Posteriormente, se deshizo en dos fases del 49,5% de Barça Studios —la productora del club— por 200 millones.

Ansuátegui Roca: «Negreira y algunos empleados del Barcelona montaron una estafa»

Ansuátegui Roca, durante su etapa como colegiado
Ansuátegui Roca, durante su etapa como colegiado CESAR QUIAN

Pablo Carballo

Con doce temporadas en Primera División, once de ellas como internacional, Juan Ansuátegui Roca (Castellón, 1956) coincidió, primero como compañero durante tres temporadas, y posteriormente durante casi una década cuando asumió una de las vicepresidencias del Comité Técnico de Árbitros, con José María Enríquez Negreira.

—¿Cómo era Enríquez Negreira?

—Nunca me pareció una persona fiable, ni seria. Ya, arbitrando, era de los que le encantaba que la cámara le enfocara a él. Nunca tuve buena relación con él. Era un fantasma. Tampoco tuve feeling cuando era directivo. El presidente era Sánchez Arminio y había tres vicepresidentes: Ángel Franco Martínez, Óscar Martín Prego —gallego—, y José María Enríquez Negreira. Si a mí me hubiesen preguntado entonces quién de los cuatro podía haber entrado en un chanchullo de este tipo, hubiese acertado seguro.

—El chanchullo apesta a corrupción. Usted fue asesor del Villarreal después de retirarse, ¿entiende esos pagos por esos supuestos informes?

—Me parece increíble que alguien pagara por eso. La información que podía darle Negreira eran estadísticas que estaban a disposición de cualquiera. Creo que un sinvergüenza vendió humo y unos idiotas se lo compraron. Además, a precio de oro, porque no lo pagaban de su bolsillo. Entre Enríquez y algunos empleados del Barcelona montaron la estafa durante años.

—Pero es difícil pensar que alguien pagase a cambio de nada.

—A mí me gustaría ver esos informes. Nos iba a dar a todos un ataque de risa. ¿Y eso lo pagabais a ese precio? Negreira presumía de tener un grupito de árbitros que, siempre que iban a Barcelona, quedaban con él a comer o a cenar antes del partido. Creo que era Enríquez el que los utilizaba para hacer ver que tenía influencia. Era más un paripé, una forma de vender humo.

—¿Usted también comía con él?

—Yo jamás cené con un directivo. Cuando todavía estaba José Plaza de presidente del Comité Técnico de Árbitros, veraneaba en Benicasim, a ocho kilómetros de donde lo hago yo. Mientras estuvo en activo, nunca quedé con él. Cuando se retiró, nos vimos todos los veranos y recordamos anécdotas. El árbitro es peor que la mujer del César, en cuanto a lo de parecer honrados.

—Podría pensarse que en esas cenas trataba de influir en esos compañeros.

—Me cuesta creer que realmente les hiciera ese tipo de insinuaciones para favorecer al Barcelona en un partido. Si Sánchez Arminio lo hubiese sabido, o cualquiera se hubiese ido de la boca, Negreira hubiese durado diez minutos. Una cosa es lo que él vendiera hacia afuera, que seguro que hacía creer que esos árbitros seguían sus indicaciones, y otra la realidad. Ponte en la mentalidad de un árbitro. Si recibieran alguna contraprestación, tampoco sería para retirarse. Y, si te callas, puedes pensar que el de al lado va a largar. En mi época ya se ganaba dinero, y ahora mucho más. Me extrañaría mucho que un árbitro se dejara comprar por cantidades que no fueran a implicar su jubilación. Es como si un futbolista de Primera División, que cobra dos millones al año, se deja comprar por 10.000 euros. Yo eso en la élite no lo veo. Podría pasar en categorías menores, pero en Primera División me cuesta creerlo.

—¿Pondría la mano en el fuego por que ningún compañero estaba también implicado?

—Estamos en el país más corrupto de Europa, con niveles del tercer mundo. La hay en política, en la judicatura, en las empresas, difícilmente el fútbol se iba a escapar de esto. Yo no pongo la mano en el fuego por nadie, la pongo por mí. A mí jamás, ni de forma directa ni indirecta, me ha hecho la mínima insinuación para que tuviera influencia alguna en un partido. Nunca.

—¿Cuál era el cometido de Enríquez Negreira con los árbitros?

—Él se encargaba, cuando teníamos las dos o tres reuniones anuales, en una entrevista privada, de contarte cómo iba tu clasificación en base a los informes que tenía de los partidos que habías arbitrado. Había tres grupos, los que iban bien, regular, y mal. Te hacía apreciaciones técnicas.

—¿Pudo utilizar esos baremos como chantaje para presionar?

—La decisión no la tomaba él, la tomaba el presidente. Él solo informaba, nada más. Y esas clasificaciones había que cogerlas con muchas pinzas. Yo siempre fui un díscolo y me las creí poco. ¿Como se barema un arbitraje de un 8 a un 8’4?.