«El ADN que tiene el Dépor son sus hinchas»
Hace cinco años que Germán Lux abandonó el equipo coruñés en busca de nuevos retos. Pero por muchos años que pasen, su sentimiento hacia el Deportivo y su gente, no cambia. Celebró dos ascensos, un descenso y pudo jugar en la élite del fútbol español.
—Hablando un poco ahora del Deportivo… ¿Qué supuso para usted su paso por el club blanquiazul?
—En la parte personal, mi hijo pequeño nació en A Coruña, y mis seis años en el Dépor fueron maravillosos. Todos los años quiero volver a la ciudad, he hecho grandes amigos, fui muy feliz. Es un club de esos que me gustan, en los que la gente respira fútbol, en los que la ciudad está ligada al equipo esté en la categoría que esté. Es un orgullo ser del Deportivo. La gente, la afición, es única. Los compañeros... Hablo con Álex Bergantiños, con Suso Méndez, los utilleros... Gente noble que nunca debería irse.
—Cómo dejó al equipo y mire cómo está ahora…
—Al Dépor se le sigue siempre. Obviamente que todos queremos que empiece otra vez a escalar posiciones. No en la tabla, sino en categorías. Es un club que no debería haber llegado hasta donde está… pero así es el fútbol, estas cosas pasan. Hay que aprender, acompañar, como lo hace la gente. Aunque ha cambiado mucho, lo que no lo hace es la afición. El ADN que tiene este club son los hinchas. Hay que seguir creciendo y, entre todos, que vuelva a su posición, que es la máxima categoría, de donde nunca debería haber bajado. Es lo que deseo, que vuelvan.
—¿Hay alguna anécdota, algún recuerdo del que guarde especial cariño?
—Hay muchos momentos muy lindos, estuve muy feliz. Jamás me olvidaré de la temporada en la que descendimos y volvimos a ascender. Ese torneo en Segunda, ese partido, ese ascenso, los festejos... Teníamos más abonados en esa categoría que en Primera. Fue algo increíble, me quedo con eso. Fue muy especial, y todavía hoy lo sigo recordando.
—¿Le gustaría en algún momento volver a estar vinculado al club?
—Imagine lo que siento que, aún viniendo para aquí, parece que sigo vinculado y no tengo nada firmado (ríe). Para mí, el Dépor y A Coruña son muy grandes. A veces no sé si lo explico bien, pero yo tengo un sentimiento hacia la ciudad muy fuerte. Ojalá los caminos me puedan volver a conducir al club. Cuando uno estuvo muy bien y fue feliz, no queda ninguna duda. Pero eso es paso a paso. Si hoy me dices si me gustaría entrenar a los porteros del Dépor, dirigir al equipo, estar en el club… si te digo que no, te voy a mentir. Eso es parte de lo que viene ahora, de ir preparándose. Si los caminos me conducen a estar en A Coruña, ¿por qué no?
—No podía dejar de repasar su carrera sin pararme en los Juegos Olímpicos de Atenas. Medalla de oro e imbatido. Un torneo redondo.
—Son las partes emotivas. Llega el resultado, y lo corona con el campeonato. Lo hicimos con Marcelo Bielsa, con el que meses antes de la competición nos habíamos quedado fuera de la Copa América ante Brasil en los penaltis. Fuimos a las olimpiadas y fue la primera medalla de oro conseguida por el fútbol argentino. Era un buen grupo y se dio la peculiaridad de que no nos hicieron goles. Hicimos entre todos un pequeño récord que no se ha podido superar. Más allá de no recibir goles, en lo personal, para mí se armó un grupo excelente tanto en lo humano como en lo futbolístico. Teníamos un gran equipo.