Van pasando los días y van cayendo metales. Ya apetece más mirar el medallero para ver cómo va España con respecto al mundo. De momento, se escala hasta el top-30; un poquito mejor que Rumanía y Georgia —la de Tiflis, no la de Atlanta—, un poquito peor que Catar y Kosovo.
A estas alturas, hay que ser realistas. No va a ser en Tokio cuando España dé el sorpasso a Estados Unidos. Por otro lado, tampoco hay que ser dramáticos, que estamos bastante mejor que la India y allí viven 1.200 millones de candidatos a medalla. Más o menos, porque hasta el 2019 no se pusieron a recopilar datos para hacer un censo serio. Si le parece una desgracia que le llamen un domingo para una mesa electoral en España, imagine el festival que se monta en el concello de Rajpura.
Japón, como suele pasar con el país organizador, está en la pomada. España nunca logró tantas medallas como en Barcelona. No acabo de comprender muy bien por qué pasa esto, pero el caso es que pasa. ¿Es tarde para impugnar lo de París e impulsar Ribeira 2024? A ver si Yulimar sigue siendo tan máquina en Barbanza. También depondríamos las armas si nos dan Viveiro. Pero que no coincida con el Resurrection.
De todas formas, lo del medallero tiene truco. Las tijeras ganan al papel y un oro le puede a no sé cuántos bronces. La tailandesa que derrotó a Andrea Benítez en taekuondo mantiene a su país por delante de, por ejemplo, Ucrania, que tiene seis medallas —una de plata y cinco de bronce—. ¿Es mejor una medalla de oro que seis «de otros colores» —tal y como dijo una comentarista en la tele—? «Bueno, en fin. Eso es... lo que tú opinas, tío», diría Jeff Bridges en El Gran Lebowsky.
En el medallero, ganará China, Japón, Estados Unidos o el gran destino turístico Comité Olímpico Ruso, pero es mucho más inteligente lo que hace San Marino. Dos medallas lleva un estadito con poco más de 30.000 habitantes. Milagro logrado gracias a la superespecialización. Dos chapas y las dos en tiro. Pasa también en Uganda —dos medallas en los 10.000—, Mongolia —tres en yudo—, Kosovo —¡dos de oro también en yudo!—, o Georgia, que se llevó cuatro sobre el tatami y una en halterofilia. Se despistarían.
España le pega a todos los palos y es más difícil centrar el tiro. No como en San Marino.