La terrible infancia de Modric en la guerra de Croacia: «Caían las bombas y corríamos al búnker antes de entrenar»

La Voz

DEPORTES

AFP7 / Europa Press

El futbolista del Real Madrid recordó cómo fue su infancia marcada por el asesinato de su abuelo y su vida como refugiado en Zadar

06 oct 2020 . Actualizado a las 11:24 h.

Nueve años en la disciplina del Real Madrid han convertido a Luka Modric en uno de los jugadores más queridos por la afición y un fijo en el centro del campo. Al croata le gustaría acabar su carrera en el conjunto blanco pero todavía no se pone fecha. Pero de la que sabe que está en su recta final. Pero sus inicios no fueron nada fáciles tras una infancia desarrollada en plena guerra de independencia de Croacia. Su historia la recoge en una autobiografía titulada Mi partido.

Modric repasó aquella época y lo primero que le vino a la cabeza fue el asesinato de su abuelo Luka. «Tenía una relación increíble con mi abuelo, pasaba mucho tiempo con él porque mis padres trabajaban. Él siempre hacía lo mismo, iba con los animales para llevarles de comer y siempre volvía a la misma hora. Ese día no apareció. Por la noche, cuando lo buscaron, nos enteramos de lo que había pasado. Fue muy triste para todos, sobre todo para mi padre. Es una tristeza que no haya visto todo lo que he logrado, pero espero que lo haya visto desde arriba. Cuando ocurrió todo me afectó mucho. Tenía 6 o 7 años y aún no era consciente de por qué pasan algunas cosas», relató el croata en una entrevista en el El Partidazo de Cope.

Tras la muerte de su abuelo, sus padres, su hermana y él se mudaron a Zadar. «Nos metieron en un hotel con unos refugiados. Vivíamos los cuatro en una habitación de veinte metros cuadrados. No es que fuese una infancia infeliz, es que fue dura, pero recuerdo muchos episodios de alegría porque había muchos niños. Enfrente del hotel había unos campos donde jugábamos al fútbol y podíamos dejar de pensar en lo que pasaba al rededor nuestro».

Y es que el peligro que corrió Luka Modric cuando comenzó a entrenar con el equipo de la ciudad era enorme. «Me iba a entrenar con el Zadar, mi club, y de repente empezaban a sonar las sirenas, a caer las bombas a 100 metros y entonces teníamos que echar a correr al búnker hasta que volviesen a sonar las sirenas para volver a entrenar o para ir a casa. No lloraba, pero sabía que pasaba algo malo. Gracias a Dios no murió ningún amigo», recordó el futbolista.

Eran niños inmersos en una guerra. Aunque el miedo no les invadía. El croata reconoció que «no es que tuviese miedo, pero sabía que pasaba algo malo. Éramos niños y jugábamos cuando podíamos. Tienes un poco de miedo porque mi padre estaba fuera peleando, y solo esperaba que todo saliese bien y volviese a casa. No eran momentos fáciles. Pero no sentía miedo, solo quería que mi familia y amigos estuviese bien».

El haber vivido todo aquello considera que «me ha formado como persona. A ser humilde y respetar a la gente. Eso fue lo que me enseñaron mis padres», concluyó.