Una niñería inaceptable

DEPORTES

Zipi | EFE

22 nov 2019 . Actualizado a las 23:52 h.

Es divertidísimo reírse del club que te paga después de reaparecer con otra camiseta tras un tiempo de baja por lesión con el escudo al que representas. Porque el fútbol hay que desdramatizarlo. Ya dijo el cándido Gareth, que reunirse con los chavales de la selección de Gales es como bajar a la calle a jugar con los amigos un domingo por la tarde. Qué entrañable el mocetón de Cardiff. Lástima que no viese con tanta sencillez su salida del Madrid en verano, cuando su entrenador, el último que lo defiende dentro del club, expresó en público que lo mejor era que se marchase cuanto antes. Con la pelota a otra parte. Y tan contentos. Pero las libras no terminaron de encajar la operación salida. Ahora han pasado más de 72 horas desde que posó con la bandera que se chanza de que el Madrid está por detrás de su país y del golf en su orden de prioridades y no ha visto necesario comentar nada. No solo eso, al protegido de Florentino le salió ayer un aliado en Zinedine Zidane, dispuesto a jugar un papelón para justificar el desplante apelando a un erróneo código de fidelidades. Porque un entrenador no está para defender cualquier actuación de sus jugadores, como vino a decir ayer el técnico. En ocasiones, un entrenador tiene que decirle un par de verdades a un futbolista, pidiéndole que le mire a los ojitos si se desvía y con sus frivolidades amenaza con viciar todavía más el clima alrededor del equipo. Porque Bale ya es mayorcito, resulta inaceptable su niñería del martes y su penoso silencio desde entonces.