Juan Antonio Corbalán: «Alcanzar el éxito es una estupidez»

DEPORTES

Tras pasar página en el baloncesto, ahora anda a la brega con deportistas... en el hospital

08 jul 2019 . Actualizado a las 10:46 h.

Buena parte del país estaba despierto a las 4 de la madrugada del 10 de agosto de 1984. España disputaba la final de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Luchaba por el oro contra EE. UU., con un joven Jordan sobre la pista. ¿El final? De sobra conocido: 95-65. España, plata. El base de aquella selección, Juan Antonio Corbalán, hace tiempo que colgó las botas. Y si antes comía del deporte, ahora enseña a comer a deportistas. Ese vínculo con la nutrición es lo que le ha traído a Vigo. Allí coincidió, entre otros, con Núñez Feijoo.

-No sé a usted, pero me ha parecido que el presidente de la Xunta le llamaba... gordo.

-Sí. Y ha sido la primera vez. De una manera bastante educada, pero me ha dicho algo así como que estaba como fuera de peso. Bueno, hay que entender que el presidente me conoció hace 30 años, cuando yo acababa de dejar de jugar al baloncesto y es verdad que ahora peso casi 15 kilos más que cuando abandoné el deporte. De cualquier manera, no considero que esté especialmente fuera de forma y me mantengo dignamente.

-Sin complejos. ¿El de bajito lo ha tenido?

-No.

-¿Ni siquiera al verse en la pista al lado de Jordan o...

-Que no, que no insistas, que no he tenido complejo.

-¿Ni al mirar a Tkachenko?

-Que no. Ellos eran los que tenían complejo de altos. Yo no he tenido complejo afortunadamente de casi nada y de bajito menos.

-¿Lo tendría ahora que gracias a la alimentación las nuevas generaciones son más altas?

-Yo pertenezco a la primera generación de España que empezó a comer bien. Hasta los sesenta se pasaba hambre. Afortunadamente, pasamos de esa sociedad famélica a una en la que empezamos a comer de todo y ahí dio su primer estirón. Ahora tenemos una paradoja y es que, pudiendo comer bien y teniendo de todo, hacemos un peor uso de nuestra alimentación. Yo soy de la primera generación que pudo beneficiarse de una alimentación más o menos completa, pero ahora nuestros hijos tienen el problema de una alimentación basada en la cantidad. La sociedad, en general, come mucho, mucha caloría y los alimentos que solemos tomar no son los mejores.

-Si el deporte es salud, ¿para qué un médico deportivo? Es que se enferma del deporte o hay enfermos del deporte?

-Como todo en la vida, el deporte es una forma de transmitir salud siempre que se entienda bien. El deporte es una pauta beneficiosa para cualquier persona, sana o enferma. Y enferma de la enfermedad que sea. Lo que más puede beneficiar a un enfermo cualquiera, de cualquier patología, es la actividad física, sin duda. No existe un fármaco en el mundo con una mejor relación entre el beneficio que produce y el poco coste que tiene. Ahora bien, como todo, una persona que está capacitada para hacer actividad física a un nivel 3 se le obliga a hacerlo a un nivel 15, eso deja de ser bueno y acaba siendo malo.

-O si te obligas.

-Da igual que te lo digan o lo hagas tú por ser ortoréxico o por ser alguien que ha descubierto que los más altos o los más guapos o los más fuertes entrenan diez o 15 horas al día. Ese es el problema que tiene el deporte. El deporte tiene una distribución en su beneficio, una curva en J, de manera que pequeños incrementos de la intensidad producen grandes beneficios multisistémicos, pero si seguimos aumentando lo que es la intensidad del ejercicio se pierde ese efecto protector y aumenta mucho el efecto riesgo sea cual sea el campo que estemos explorando.

-¿Qué queda del que fue mejor base europeo del baloncesto?

-Queda una persona que tiene que moverse lo que la realidad le pone delante. A mí, la gente que se queda en la nostalgia y en la melancolía... me parece que son vidas perdidas. Cuando nací, yo no era un medalla de plata olímpica, me hice medalla de plata olímpica por mi trabajo, por mis compañeros y por la fortuna que pudimos tener, pero la vida no acaba en el éxito deportivo ni en el de ningún tipo, la vida sigue hasta que deja de haber vida, y siempre que haya vida es bueno tener inquietudes, aspiraciones e ilusiones y yo cada día procuro buscarme una que le dé un mínimo sentido a esto que llamamos estar vivo.

-¿Hay algún parecido entre la chancha de básquet y la consulta?

-Ninguno desde el punto de vista de las formas, pero en el fondo, todo. Vivo exactamente igual que vivía. No tengo 5 horas de entrenamiento como antes, pero tengo de 5 a diez horas de profesión en la que una parte estoy jugando, estoy con los pacientes, en tarea productiva, y hay otra que me estoy formando, aprendiendo, estudiando... En definitiva, la vida es pertinazmente repetitiva, pero es importante que sepamos sacar provecho de cada una de estas situaciones y que hagamos de cada momento la posibilidad de emprender algo nuevo que te estimule y que ayude a los demás, si es posible.

-¿Sigue con el baloncesto?

-No, porque me parece que es un riesgo innecesario. Yo ahora no me gano la vida jugando a baloncesto. Me gano la vida trabajando en un hospital y no quiero lesionarme haciendo una bobada que no debo hacer con mi edad. Juego a baloncesto, pero sin competir, juego solo, con amigos, tiramos a canasta, corremos un poco… Yo hago un deporte en el que soy dueño de mi esfuerzo y de mi riesgo, pero no se me ocurre hacer un deporte en el que tenga que competir contra otros con 65 años. Me parece una irresponsabilidad.

-Como le decía a Casillas... Que debería ir dejándolo...

-Yo no he dicho que lo deje. Yo no hablo de Casillas, yo no soy su médico, ni he tenido tengo acceso a ninguna información. ¡Olvidaos de Casillas! No tengo nada que ver con él. Ahora bien, a mí me viene un paciente con una patología como la de Casillas y le diría que dejase el deporte profesional, pero no solo porque tenga 38, 36 años... Si tuviera 25, le diría lo mismo. Hablo del proceso que tiene, no de él.

-¿Ha soñado alguna vez que ganaba la final de Los Ángeles?

-Ni he soñado con nada deportivo, ni he llorado nunca de la emoción de ganar, ni de la tristeza de perder. Me han ocurrido cosas muy bonitas en el mundo del deporte, pero no han supuesto como si hubiera visto a Dios. He disfrutado los momentos buenos y los momentos malos he tratado de olvidarlos lo antes posible y aprender de ellos. O sea, que para mí ganar los juegos olímpicos (no quiere decir que me dé igual, no me da igual, fue algo muy bonito), pero no creo que haya marcado el resto de mi vida.

-¿Cuál fue la clave del éxito?

-No hay clave del éxito. Quien quiera poner una clave del éxito se equivoca de principio a fin. El éxito es un elemento inventado. Un estúpido, alguien que no tiene aspiraciones, vive del éxito permanente, porque tiene todo lo que quería y una persona muy exigente nunca obtendrá el éxito. Pero hay un éxito social, un éxito de sentirte útil a los demás, un éxito motivacional… En fin, el éxito nos vale desde el punto de vista literario, pero alcanzar el éxito es una estupidez. Aquel que piensa que se acerca al éxito está empezando a cavar su fosa.

«No soy un esclavo de la melancolía»

-Ha dicho que no es nostálgico...

-He dicho que no soy melancólico, me gusta la nostalgia, me gusta recordar los momentos buenos. A mí, la nostalgia me gusta y quiero recordar las cosas que me hicieron feliz. Ahora, no soy un esclavo de la melancolía y voy diciendo ¡ya no tengo aquello que tenía!, no.

-¿Cualquier juego pasado fue mejor?

-Distinto. Los jugadores actuales son mucho más polivalentes, más fuertes y tienen un baloncesto más visible, más espectacular y unos medios para practicarlo que son también mucho más bonitos. Un partido visto por televisión ahora es mil veces mejor que en nuestra época, porque antes se hacía con una sola cámara, que barría la pista. Ahora tienes 15 que cogen un plano general, uno cenital, un primer plano, un plano del gesto, del movimiento de los brazos… Pero para mí es un error comparar entre mejor y peor. Cada tiempo tiene su tiempo, Nosotros en su momento fuimos una selección capaz de ganar a la Unión Soviética, a Yugoslavia y a Estados Unidos. Ganamos a los tres, en el 83, en el 82 y en el 84. Bueno, puede que a EE. UU. se le gane otra vez, pero a la Unión Soviética y a Yugoslavia, ningún equipo español les podrá volver a ganar, porque ya no existen.

-¿Se sigue llevando con el equipo de entonces?

-Sí, claro. Somos amigos, quedamos y además con bastante frecuencia. Hubo una época en la que nos veíamos más que a nuestras familias.

-¿Y con Nacho Solozábal?

-También, pero lo veo menos porque él vive en Barcelona y yo en Madrid.