Las estrellas recelan de Piqué

La Voz / Agencias

DEPORTES

Fernando Alvarado

La nueva Davis nace con el rechazo de Federer y Zverev y las dudas de Djokovic

18 oct 2018 . Actualizado a las 08:09 h.

El primer palo a la nueva Davis se lo dio Roger Federer, cuando en agosto soltó: «No puede convertirse en la Copa Piqué». El jugador más necesario para relanzar el cambio de formato advertió que el holding del futbolista del Barça ideaba una revolución de espaldas a los artistas. El poderoso grupo Kosmos que preside hizo una campaña que convenció a las federaciones nacionales de arriesgar su gran caladero de ingresos, y comprometió una inversión de 3.000 millones de dólares en 25 años, pero olvidó animar a las estrellas que tiran del negocio. Así que la reducción de fechas, de las cuatro semanas del tradicional evento a los siete días de la fase final del 2019 no seducen a las figuras que deben bendecir el cambio en sus primeras ediciones.

Los cuatro semifinalistas de este año (España, Francia, Estados Unidos y Croacia) pasan directamente a la fase decisiva de noviembre. Si Djokovic y Federer hubiesen garantizado su concurso, las dos invitaciones para esas rondas finales habrían recalado en Serbia y Suiza, pero sus dudas dejaron las plazas de libre designación en Argentina y Gran Bretaña. El resto de países pelean por seis billetes, hasta un total de 12, en febrero. Otra fecha comprometida. Así que la reinvención del torneo nacido en 1900 para seducir a los millenials -tal como lo ve Piqué- por ahora encalla. El futbolista presentó ayer las dos próximas ediciones, que se celebrarán en Madrid, con políticos y ejecutivos, pero sin tenistas. El show le costará diez millones al año al Ayuntamiento (4,5), la Comunidad (4,5) y el Ifema (1).

Antes, los jugadores criticaban que la Davis les condicionase cuatro semanas cada año (solo para algunos países) y llenaron su calendario de exhibiciones que les garantizan premios fijos más cuantiosos. Además, mientras se devaluaba el torneo por países la ATP relanzó la Copa del Mundo, que regresa en enero, y Federer coló la Laver Cup, un duelo entre Europa y el resto del planeta, encajado en septiembre. ¿Hay sitio para tanto? Piqué plantó al Barça y viajó la semana pasada a Shanghái, donde se disputaba el penúltimo Masters 1000 del curso. Allí vendió su mensaje a Djokovic, que da largas. «La fecha de la Davis es muy mala para los grandes jugadores. Priorizaré la Copa del Mundo de la ATP», avanzó el serbio, presidente del consejo de jugadores, la voz de los profesionales en el circuito. Piqué aún confía en convencerlo.

Pero los profesionales ya habían votado este año en contra de evento en noviembre. Pero Javier Alonso, el director general de Kosmos, lanzó un menaje desafiante e incongruente con el discurso renovador. «La competición seguirá existiendo con o sin estrellas mundiales del tenis. Es una competición por equipos y eso es lo importante, no tanto los jugadores».

«No creo que sea una competición hecha para mí, sino para las nuevas generaciones. (...) Pero dudo que vaya a jugar», insistió hace unos días Federer, de 37 años. También el entorno de Andy Murray recela del cambio. Su madre, Judy, figura clave en su carrera, tuiteó un mensaje de una lápida con el texto: «Aquí yace la Copa Davis, 1900-2018».

El único de los cuatro grandes que apoya el cambio es Rafa Nadal. Lo ve «positivo» y lo jugará si no está lesionado, dijo ayer Piqué. Pero el nuevo formato también genera rechazo en las jóvenes generaciones. El número cinco del ránking, Alexander Zverev, no se ve compitiendo a final de año. «No jugaré la Copa Davis en noviembre, y no seré el único», aseguró a The Times. «Hablamos con la ATP sobre cómo hacer que la temporada sea más corta, no más larga», zanja.

Capitán de Australia, una potencia, Lleyton Hewitt tampoco se entusiasma con la nueva Davis: «Jugar en casa y a cinco sets es lo que hace única esta competición». En noviembre nace otra.

Las pistas de los Masters 1000 se ralentizan

¿Tiene el tenis más torneos en pista rápida que hace unos años? El debate se alimenta cada cierto tiempo, con más opiniones que datos. En realidad, confluyen varias tendencias: la desaparición de los torneos en moqueta y la reducción de los eventos en hierba por un lado y la proliferación de campeonatos en pistas duras por otro. De la mezcla de los distintos elementos al instalar las pistas actuales de tierra, cemento y césped depende la velocidad de la bola. Tennis TV publicó sus datos sobre los diez torneos más importantes del circuito -excluidos los grand slams- de esta temporada, a falta de que se disputen los eventos de París-Bercy y Londres. Y su conclusión es que las pistas se han ralentizado en los últimos meses. A partir de un índice de fricción de la bola con la pista (CPI) y el tipo de pelota, se atribuye más o menos velocidad a las canchas. Así, el citado canal establece cinco rangos: 20-30, lento; 30-35, medio-lento; 35-40, medio; 40-45, medio-rápido; y superior a 45, rápido.

La mayor ralentización se produjo en Canadá (de 36,3 a 28,8), Shanghái (de 42,9 a 39,9) y Roma (de 22 a 18,9). También bajaron la velocidad de bola Montecarlo y Cincinnati, mientras que aumentó en Indian Wells, Miami y Madrid.

Los datos invierten la tendencia de los dos años anteriores, en los que los torneos habían acelerado la velocidad de sus superficies, en especial en Australia y Shanghái en el 2017 respecto al 2016.