Villar, durante toda su dilatada carrera al frente del máximo organismo del fútbol español siempre tan reacio a ofrecer explicaciones ante los medios, convocó ayer a la prensa para señalar a los que considera que están detrás de la operación Soule por la que pasó doce días en prisión y por la que continúa investigado. Los tres nombres que dio fueron el de Miguel Cardenal, exsecretario de Estado para el Deporte; Jorge Pérez, exsecretario general de la RFEF y antiguo aspirante a la presidencia; y Javier Tebas, presidente de la Liga. «Hay unas personas que quieren mi cabeza colgada como se tienen las de los toros o los ciervos. Me están linchando. Me siento un leproso porque me han echado al barro; a mí, y a mi familia. ¡Basta ya! En la RFEF se ha dado un golpe de Estado», soltó un inquieto Villar, que también cargó contra «ciertos medios».
Sin acomodo en la silla
A lo largo de su extensísima comparecencia de ayer, que sobrepasó los 90 minutos que dura un partido de fútbol, Villar no consiguió encontrar acomodo en una silla sobre la que no paró de bailar, y no dejó tampoco de juguetear con sus gafas, abriéndolas y cerrándolas constantemente por el frontal, visibilizando su gran nerviosismo. Todavía no ha logrado recuperar los kilos que perdió este verano coincidiendo con su entrada en prisión, y el traje que lució ayer, en el que no faltaba la insignia de la RFEF en la solapa, le resultaba una talla más de lo que en él es habitual.