Veintitrés países en una playa

DEPORTES

JOSE PARDO

El Pantín Classic se confirma en su trigésima edición como un crisol de culturas que toca cuatro continentes y como un evento que trasciende lo deportivo

29 ago 2017 . Actualizado a las 20:33 h.

Una ola sale de una lata de conservas en el cartel de este año del Pull&Bear Pantín Classic Galicia Pro. «Conservando a esencia desde 1988» es el lema, pero lo cierto es que ese aroma del pasado se reduce solo a la playa, porque todo lo demás ha cambiado. La primera edición representa un grano de arena de lo que es el evento ahora que se cumplen treinta: una cita que trasciende lo deportivo, convirtiéndose en un acontecimiento social. Ese añadido, eso sí, no existiría si el surf no hubiese crecido en este pequeño rincón de Valdoviño, donde convergen cada año más y mejores participantes. Esta vez, con récord de inscritos, más de 300, de los que casi un centenar se han quedado en la lista de espera.

La playa de Pantín es, sin duda, el mejor lugar que existe en este momento para repasar las lecciones de Geografía del colegio. Los concursos masculino y femenino acumulan 23 nacionalidades: Estados Unidos, Portugal, Brasil, Italia, Australia, Sudáfrica, Japón, Nueva Zelanda, Francia, Marruecos, Costa Rica, Uruguay, Indonesia, España, Perú, Guadalupe, Argentina, Polinesia Francesa, Chile, Barbados, Ecuador, Alemania y Gran Bretaña. Por eso, a nadie le extraña ver, por ejemplo, a un equipo de la principal televisión nipona siguiendo a dos de sus surfistas para realizar un documental. «Esto es un crisol de culturas», lo definía ayer en la presentación del evento Vicente Irisarri, uno de los impulsores hace tres décadas, cuando «nació con la idea de que fuera grande algún día», añadía. Y vaya si lo es.

Como expresaba el alcalde de Valdoviño, Alberto González, «al principio competían Jorge, Juan o Vicente y ahora lo hacen surfistas que se llaman Kanoa, Thiago o Sage». Los cabezas de cartel este año son el australiano Josh Kerr y la hawaiana Tatiana Weston-Webb, ambos de la élite mundial, que vienen a buscar los 6.000 puntos que se vuelven a repartir en Pantín.

JOSE PARDO

La sede en Narón del patrocinador principal, Pull & Bear, acogió ayer una fiesta de bienvenida, en la que los participantes, espónsores y autoridades disfrutaron de las elaboraciones de Pepe Solla. En cuanto los brasileños y japoneses vieron el pulpo, desenfundaron el móvil para guardar el momento. También con las almejas, las navajas o las vieiras. La gastronomía gallega cada vez alcanza más rincones y, gracias al Pantín Classic, la capacidad de organizar citas deportivas de nivel se amplifica. Y todo eso significa intercambio cultural.

Desde el fin de semana, el goteo de visitantes ha sido constante y se irá incrementando el fin de semana con las jornadas finales. Las olas, que volverán a ser buenas, importan, pero también la pequeña ciudad paralela que funciona en el recinto. Allí uno se puede encontrar con la tienda de ropa oficial, así como una rampa de skateboard, lugares de relax para los surfistas o food trucks. Alrededor de 125 personas trabajan en el evento, que ocupa unos 4.000 metros cuadrados. El año pasado unas 55.000 personas se pasaron por allí y casi 133.000 lo siguieron por Internet. Cifras descomunales, como los 600.000 euros de presupuesto. Todo para que este globo terráqueo del surf no deje de aumentar.