El gesto de David

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois GALICIA-RÍO VÍA LISBOA

DEPORTES

19 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

David Cal no acostumbraba a lidiar con la rabia de los cuartos puestos. Sabía rendir bajo presión y prepararse durante un ciclo olímpico con apenas un par de estímulos competitivos. Seguro, también, que no le perjudicó un golpe de mala suerte en el instante clave. No fallaba. Cinco pruebas olímpicas y cinco metales que ya son historia. Estos días se encuentra en Brasil apoyando sobre todo al equipo español de piragüismo. Y ayer, mientras todavía resonaban el eco de la fanfarria por las exhibiciones de sus compañeros Maialen Chorraut y Marcus Cooper, todas las cámaras disparaban en la Lagoa de Río hacia Cristian Toro y Saúl Craviotto, los nuevos reyes del Olimpo. Así que Cal, calado bajo una gorra y unas gafas de sol, con el caminar pausado de siempre, eligió un rincón discreto de la instalación para situarse cuando terminaron las finales. Buscó al cuarto clasificado de C1 200, a Sete Benavides. Que perdió el bronce en Londres y volvió a quedarse ayer con la misma medalla de chocolate. Y con el canoísta balear y su familia trató de buscar las palabras que levantasen el ánimo después de verse escapar el metal por un suspiro. Támara Echegoyen también vio como entre su barco y el bronce se abría ayer un abismo. Solo cuatro barcos se disputaban el podio. Y encajó con entereza y humor el más amargo instante de su carrera. En la playa no le esperaba Cal, pero si unas rivales que le rindieron su sincero reconocimiento.

El reverso de un día glorioso para Cristian Toro. Ya se puede ir a conocer Nueva Zelanda, su destino soñado si le permitiesen poner su índice en cualquier lugar del globo. Las vacaciones ya asoman, el mismo día que Teresa Portela llegó a casa, a su rutina de O Grove junto a su hija Naira y su marido expiragüista. Al trabajo en la clínica de fisioterapia. Las cosas sencillas de una deportista enorme cuyo sexto puesto se resumió como un hundimiento en un tuit informativo ya tristemente conocido. Cuando 140 caracteres disparan contra toda una carrera con cinco presencias olímpicas y un quinto diploma. Quizá por eso Toro y Craviotto sintieron «paz y alivio» al ganar su oro. Por el miedo a verse en el disparadero del pim, pam, pum español.