Otro ejercicio de supervivencia

josé m. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

JuanJo Martín | EFE

El Atlético rentabiliza su brillante puesta en escena con una obra de arte de Saúl y una hora de resistencia numantina

28 abr 2016 . Actualizado a las 04:00 h.

Diego Simeone no es un entrenador de una sola idea; imposible definir su propuesta con una sola frase. El entrenador argentino ha conseguido un Atlético versátil. Puede encerrarse noventa minutos a la espera de mantener un cero a cero, presionar al rival en su propio campo, buscar solo el contraataque o incluso -en menos ocasiones y siempre vertical- buscar la portería rival por asociación. Ayer, en una de las citas más emotivas para un Vicente Calderón encendido, apareció en escena con un la misma energía de siempre y con la intención de meter en su área a un Bayern sorprendido por una inesperada versión del grupo de Simeone. Apenas doce minutos, un ciclón al que le puso la firma Saúl con uno de los goles del año. Después, otro ejercicio de supervivencia. Tan habitual en la tropa del Cholo.

Saúl Ñíguez

Un gol para recordar. Un todocampista en la amplia extensión de la palabra. Un jugador diferente, extraño en el fútbol español, porque ha crecido tras aprobar un amplio meritoriaje en el Rayo Vallecano del Paco Jémez, que incluso lo utilizó como defensa central, caminó hacia el mediocentro y se ha transformado en uno de los jugadores con más futuro del balompié español. Un correcaminos que firmó un tanto para enmarcar, una obra de arte en la que se deshizo de tres rivales antes de entrar en el área, controlar y disparar con sutileza para hacer inútil la estirada de Neuer. Despliegue físico, juego y llegada. El futuro es suyo. Otras cosa es que el Atlético (empeñado en hipotecar buenas parte de sus proyectos) pueda retenerlo o sacarle todo el partido.

El primer tiempo

Intensidad y ritmo. Le costó al Bayern hacerse con el partido. Colaboró el que el Atlético se tomara un respiro tras el gol de Saúl. Hasta el descanso, ni el conjunto alemán supo aprovechar las concesiones locales ni el Atlético encontró la contra que pudiera abrirle casi definitivamente la eliminatoria. El ritmo, frenético; la intensidad, máxima. Quizá, excepción hecha del tanto de Saúl, escaseaba la delicadeza, pero sobraban motivos para estar ante un cita de altura.

El Bayern

Un grupo con argumentos. El Atlético se aprestó en el segundo tiempo a vivir el partido que tantas veces ha repetido esta temporada. Conceder el balón al rival y crear un muro impenetrable delante de Oblak. El problema era que, en esta ocasión, enfrente no estaba el paciente Barcelona, el impulsivo Madrid o un rival que se dispersara ante la primera dificultad. Al Bayern le sobran argumentos para torturar a un rival encerrado. Tiene desborde por fuera (Coman y, sobre todo, Douglas Costa), pegada en los últimos metros (Lewandowski), templanza y sutileza en el medio del campo (Xabi Alonso y Tiago) y la contagiosa energía de un Arturo Vidal que parece un integrante más del ejército del Cholo.

La contra

Torres pudo resolver. El Atlético, aplicado al achique, casi nunca encontró a Koke en sus salidas y solo amenazó en un par de contras. En una de ellas, en la única ocasión en la que Griezmann conectó con Fernando Torres, el delantero sentó a Lahm y remató al palo. Otra sutileza que hubiera valido una eliminatoria.

El desenlace

Un equipo para resistir. Con tantos registros enfrente, sufrió el Atlético en cada saque de esquina que concedió, en los misiles de Alaba y Vidal y en la habilidad de Douglas Costa. Aunque, tan acostumbrado como está, no dejó de ser su habitual ejercicio de supervivencia, una costumbre cada vez que se trata de mantener una renta, por mínima que sea. Lo ha repetido en tantas ocasiones que no sería extraño que volviera a cerrar por completo su portería dentro de seis días, en el Allianz Arena. Ya es una costumbre. Partido a partido. Tan simple, tan cierto.