El ferrolano gana con holgura en la capital sueca y encarrila su quinto Mundial
24 ago 2015 . Actualizado a las 09:41 h.Era el principal favorito. No le quedaban rivales de su altura y Javier Gómez Noya se lució por las calles de Estocolmo, una prueba a la que nunca le había hincado el diente. Consiguió ganar de forma holgada y, de este modo, encarrilar su quinto título, algo inédito en la historia. Ya tiene dos victorias y tres segundos puestos. Excelentes resultados para encarar la final de las Series Mundiales que tendrá lugar el mes que viene en Chicago. Solo el francés Vincent Luis parece capaz de frenar la regularidad del genio gallego que nació en Basilea.
Y eso que no empezaron bien las cosas en la capital sueca. El agua revuelta, tremendamente encrespada, hizo difícil la natación. En el primer segmento de 1,500 metros, que se hizo en dos tramos, el primero de 1,000 y el segundo del medio kilómetro restante, a Gómez Noya le fue complicado encontrar la cabeza. El sudafricano Henri Schoeman, un especialista en este tipo de situaciones, se puso a tirar, con Auriel Raphael soldado a sus pies. Los españoles Vicente Hernández y Cesc Godoy también estaban delante. La primera vez que subieron a tierra, al terminar el kilómetro, el ferrolano viajaba por el vigésimo puesto a más de 20 segundos de la cabeza.
Como siempre que se ve en estas circunstancias, el tetracampeón aceleró su cadencia de brazadas hasta que limó unos segundos y se perfiló para enlazar con los primeros después de la primera transición. En ese punto, cuando los triatletas se subieron a la bici, el mallorquín Mario Mola, uno de los posibles candidatos al podio, ya estaba a más de cuarenta segundos del grupo delantero.
Algo más de veinte unidades comenzaron a trabajar por el complicado recorrido que incluía un sinfín de requiebros en los que apenas se podían encadenar relevos. El australiano Royle y Vicente Hernández fueron de los más activos sobre el manillar. Gómez Noya recuperó el aliento y después de los cinco primeros kilómetros también se colocó donde más le gusta estar: tirando a bloque. Pronto pareció claro que sería imposible que Mario Mola y Fernando Alarza, segundo y tercero en el Mundial, respectivamente, pudiesen conectar. La distancia rozaba el minuto y no había músculo para llevarlos hacia arriba. La victoria se decidiría en el último 10,000. Y nadie semejaba capaz de inquietar al número uno.
Después de la segunda transición, en cuanto se enfundó las zapatillas de correr, Gómez Noya no titubeó. Impuso ese ritmo machacón que solo unos pocos elegidos pueden seguir. Royle y el portugués Pereira lo intentaron, pero duraron un suspiro, el tiempo que tardaron en darse cuenta de que si seguían la estela del ferrolano atravesarían la meta asfixiados. De ahí al final, un paseo. Gómez Noya pudo recrearse en su primer triunfo en Suecia. Por allí por donde pasa es tierra quemada.