La paciencia, esa virtud

José M. Fernández PUNTO Y COMA

DEPORTES

17 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La paciencia, una virtud que escasea en el fútbol. En el particular código futbolero, sumar dos puntos de treinta posibles o flirtear con la zona roja durante más de la primera mitad de la temporada son motivos suficientes como para buscar una nuevo inquilino para el banquillo. Una decisión que poco o nada tiene que ver con el juego o ni, mucho menos, con los posibles atenuantes («excusas»). «Mandan los resultados», un axioma que en el fútbol parece una verdad indiscutible, pero que esconde una realidad bastante más sencilla: si a unos les va bien es porque a otros les va mal.

Pese a los altibajos, Celta y Dépor han optado por la sensatez, por esa paciencia que no han tenido otros y que, en el fondo, suele responder a un fracaso de planificación. Y, al menos durante las últimas semanas, el asunto ha funcionado. Ni siquiera frente al incómodo Atlético de Simeone renunció Berizzo a un fútbol que exige posesión. Víctor Fernández ha tenido que sortear varias crisis, ha salvado un par de match-ball, situaciones en las que una derrota hubiera convertido en definitivamente irrespirable el entorno.

¿Escasez de pegada al margen, sería el Celta capaz de ofrecer un mejor juego con otro técnico que no fuera Berizzo? ¿Puede alguien garantizar que con otro entrenador que no fuera Víctor Fernández el actual Dépor estaría cómodamente instalado en mitad de la tabla?

Basta echar un vistazo a la clasificación para darse cuenta de lo poco que han solucionado los cambios de entrenador: las tres plazas de descenso están ocupadas por conjuntos que ya cambiaron de entrenador y a cinco de los seis últimos -solo se libra e Elche- la impaciencia no les ha reportado mejores resultados.

Cambiar para empeorar o para seguir igual.