Un derbi para dos supervivientes

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Víctor Fernández y el Toto Berizzo llegan reforzados a un partido que puede marcar su futuro

17 feb 2015 . Actualizado a las 15:05 h.

Pocas cosas definen mejor a un entrenador en el alambre que la imagen del Toto Berizzo en un palco privado de Balaídos transmitiendo instrucciones al banquillo a través de un pinganillo. No por el hecho en sí, que no es nuevo. Otros técnicos ya intentaron antes sortear su sanción con teléfonos móviles o sentándose en la grada a un palmo de sus ayudantes. Si no por la circunstancia de que cada plano de Berizzo en las alturas evocaba a aquel momento en el que decidió saltar al campo para explicarle a Teixeira Vitienes que eso que estaba pitando era imposible que fuese penalti. El argentino arrancó desde la banda sabiendo que estaban a punto de cerrarle la fábrica. Por eso llegó hasta el árbitro para señalarle compulsivamente la línea del área, que era igual que decirle que quería quedarse allí, en Balaídos. El colegiado, inmerso en un rebumbio monumental, quizás no entendió nada, ni siquiera a sí mismo. Pero la jugada terminó en falta del delantero y el Celta ganó al Córdoba por 1-0. Después de un arranque sobresaliente de Liga, con una victoria de peso en el Camp Nou, llevaba diez jornadas sin oler tres puntos.

Víctor Fernández no tardó tanto en vivir en entredicho. De hecho, el día en que se conoció su fichaje por el Deportivo emergió de manera prácticamente inmediata una corriente crítica hacia su figura. En realidad no se le cuestionaba su extenso y notable currículo, ni si quiera que llevase tiempo sin entrenar en Primera, lo que de verdad se le imputaba es haber sido contratado por la actual junta directiva -presidida por Tino Fernández- y que acababa de prescindir de Fernando Vázquez, el hombre que había guiado al Dépor en su retorno a la máxima categoría. La fractura social en la que se sumergió el club coruñés tocó techo en el partido contra el Málaga en Riazor. Justo una semana después de los enfrentamientos entre aficionados radicales del Atlético de Madrid y del equipo gallego y que acabaron con la muerte de un ultra blanquiazul. «Hay un ambiente de autodestrucción como nunca había visto», aseguró aquel día el preparador maño en rueda de prensa. «Lo peor es que tengo la impresión de que esto no se solucionará ni aunque ganemos diez partidos seguidos», recalcó un Víctor con el rostro compungido.

No hizo falta tanto. Aterrizaron Celso Borges y Oriol Riera y apiñó al costarricense junto a Álex Bergantiños y al Dépor le mudó la cara. Creció en confianza, determinación e inició una escapada sobre la zona de descenso que atemperó los ánimos en Riazor. Empató contra el Granada, derrotó al Rayo en Vallecas y liquidó al Eibar en casa antes de viajar al Bernabéu donde el tropiezo se daba por descontado.

Este sábado (22.00 horas, Cuatro) se encontrará con el Celta y con Berizzo, que el domingo recuperó color en un palco de Balaídos mientras corregía por un pinganillo a sus jugadores que arrinconaban al Atlético, el vigente campeón, y acabaron enviándolo a la lona. Nolito vuelve a ser Nolito y al argentino ya solo le hace falta que resucite Larrivey.

Sin embargo, tanto Víctor como el Toto son conscientes de que el derbi es una cita lo suficientemente trascendente como para soliviantar de nuevo su eléctrica trayectoria en esta campaña.