La mala noche de España y la peor dirección de Orenga

La Voz REDACCIÓN | AGENCIAS

DEPORTES

JuanJo Martín

La generación del baloncesto europeo más preparada de la historia tuvo que jugar sin batuta

12 sep 2014 . Actualizado a las 03:08 h.

Pocos imaginaron un final tan abrupto, tan doloroso y misterioso para la mejor generación del baloncesto español, un equipo comparable a la Yugoslavia y la URSS del pasado, el único capaz de desafiar a Estados Unidos en dos memorables finales olímpicas, pero superado en todo por Francia el miércoles en los cuartos de un Mundial que debía ser la rúbrica a ocho años de éxitos.

«No fue nuestra noche», trató de explicar lo inexplicable el técnico, José Antonio Orenga, presente como jugador en aquella derrota por 20 puntos ante Angola en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 que pasó a la historia como el Angolazo. La del miércoles en Madrid quizás la supere como el mayor golpe de la historia del baloncesto español, porque era la mejor selección posible, una pléyade de estrellas, un casi seguro finalista junto a los NBA de Estados Unidos.

España, el equipo que había promediado 88,2 puntos, que había ganado los seis partidos previos por una media de 26,5, desapareció ante una Francia tácticamente impecable. Solo 52 puntos, la peor anotación desde 1968, dos aciertos de 22 triples, 28 rebotes por los 50 del rival y falta de respuestas desde el banquillo a los problemas planteados por los «bleus». ¿Una mala noche? Sí, pero no solo.

«Han preparado mejor el partido»

«Ellos han preparado mejor el partido», admitió Juan Carlos Navarro. Pero además de prepararlo mejor en la previa, Orenga, el hombre elegido para dirigir al grupo mejor preparado de la historia del baloncesto europeo, demostró su nula capacidad para reaccionar ante los problemas. Francia, menos talentosa, consciente de su inferioridad técnica, de que en la batalla a campo abierto saldría con el rabo entre las piernas, propuso un juego trabado y Orenga, enrocado, no supo mover la torre a tiempo para dejar un respiro al rey. Para muestra, un botón: Felipe Reyes no disputó un solo minuto pese a que su fuerte siempre fue el rebote, sangrante herida de España ante su rival de anoche. El bombero Orenga tenía un extintor sentado en el banquillo a dos metros, con ojos de «sácame a la pista que aún te puedo arreglar esto», pero ni olió a quemado ni vio el fuego hasta que la casa se había convertido en cenizas.

Tras su fugaz paso por Estudiantes, despedido en la jornada 15 tras un catastrofico balance de seis victorias y nueve derrotas, Orenga llevaba años trabajando en la Federación española cuando asumió el cargo de seleccionador después el adiós del italiano Sergio Scariolo con la plata de los Juegos de Londres 2012.

En el pabellón (aplausos a los jugadores al grito de «Orenga dimisión»), en los bares y en las redes sociales se exigió su cabeza desde ayer a la noche y a lo largo de todo este jueves. En Twitter fue uno de los diez temas más comentados de la jornada. Lo que peor supo no fue que España se quedase sin la posibilidad de engrosar su palmarés, sino que esta generación se merecía un final más digno.