Tim Duncan, la leyenda como rutina

M. P. R. LA VOZ / REDACCIÓN

DEPORTES

LARRY W. SMITH

Recién cumplidos los 38, el jugador franquicia de los Spurs persigue un nuevo título que rubrique una de las carreras más brillantes de la historia de la NBA

04 jun 2014 . Actualizado a las 14:53 h.

Los San Antonio Spurs inician este jueves la final de la NBA, de nuevo (como el año pasado) contra los Miami Heat. El equipo texano persigue venganza, aunque de todos los jugadores de 2,12 metros imaginables, en boca de Tim Duncan suene lo menos amenazador del mundo. Nunca intimidó el ala pívot a la manera física de un Shaquille O'Neal ni con el verbo afilado de un Charles Barkley, pero el jugador franquicia de los Spurs, a su manera callada, ha hecho de la leyenda una rutina. Recién cumplidos los 38 años, enfila una nueva final de la NBA, la sexta de su carrera, resistiéndose al paso del tiempo, decisivo como hace una década.

Basta mirar al sexto partido de la final de Conferencia contra los jóvenes y atléticos Oklahoma City Thunder. En un partido decidido en la prórroga, el veterano Duncan fue algo más que decisivo en el tiempo extra, con siete puntos consecutivos de salida que decidieron la victoria para su equipo. «No gamos el año pasado, pero estamos listos para hacerlo éste. Nos sentimos muy felices de tener de nuevo a los Heat como rivales. El mal sabor de la derrota todavía lo mantenemos en nuestras bocas», dijo después del partido, como si nada.

Tim Duncan es una leyenda viva, la encarnación del espíritu de Bill Russell en unos tiempos de golpes en el pecho y trash talking. Acumula cuatro anillos de campeón de la NBA, tres premios de MVP de las finales y dos veces el más valioso de toda la Liga. La última vez fue en el 2003.

La longevidad de Duncan ya no sorprende. No es el mismo jugador, fino y rápido al contragolpe, capaz de defender a pívots y ala pívots. Pero de la mano de Gregg Popovich, el técnico que le ha dirigido los últimos 16 años, ha sabido mantenerse efectivo hasta el punto de seguir haciendo números de élite a pesar de su edad. Con los minutos restringidos e incluso perdiéndose partidos de la larga y muchas veces insustancial temporada regular, Duncan apura los últimos estertores de su carrera con una dignidad suprema, muy superior, por ejemplo, a Kevin Garnett, con el que fue comparado muchas veces en todo menos en currículum.

Los Spurs y Tim Duncan tuvieron en la mano su quinto anillo en cinco finales y el cuarto desde que se juntaron el trío formado por Duncan, Ginóbili y el francés Tony Parker. En la final del 2013, Miami estaba abajo cinco puntos a falta de menos de 30 segundos para el final del sexto partido con ventaja de 3-2 para San Antonio. Las últimas 122 veces que había pasado eso en los playoffs, el equipo que estaba abajo perdió 122 veces, por lo que los voluntarios ya se preparaban para la ceremonia de entrega del trofeo a los Spurs en Miami.

Pero a falta de cinco segundos, Chris Bosh atrapó un increíble rebote ofensivo, pasó la pelota a Ray Allen, que retrocedió hasta la línea de tres y anotó «uno de los lanzamientos más emblemáticos de todos los tiempos», según lo definió Barack Obama. Esa jugada gualó el sexto encuentro, ganado finalmente por Miami en la prórroga. En el séptimo y definitivo duelo, el Heat venció con algo más de comodidad y logró su segundo título consecutivo.

Ahora los Spurs tienen ventaja de campo sobre Miami. Kawhi Leonard es un año más maduro, Parker llegará curado de sus problemas en el pie izquierdo y Tim Duncan estará listo como siempre, como los últimos 17 años.