No hubo suerte en el remate, perdonó el Atlético y así pudo sobrevivir el Barcelona, mientras los rojiblancos les pasaban por encima, agarrados al carácter y al fútbol de ataque que necesitaba para meter miedo a los azulgrana e intentar sentenciar una eliminatoria que se presentaba, como los cuatro anteriores duelos de la temporada, igualadísima. Sin embargo, en el arranque de ensueño certificó el Atlético una superioridad que pudo dejar al Barcelona contra las cuerdas, gracias a continuos balones a la espalda de la defensa visitante que no acabaron en gol porque lo evitó la madera ante un par de disparos de Villa y otro, en la jugada del 1-0 de cero, de un magnífico Adrián, al que los ánimos dados en la víspera por Simeone transformaron en una de las figuras de un bloque asombroso. Se superaron los rojiblancos en ese inicio de la vuelta de cuartos, en la que, como era de esperar, después de tanto desgaste, y de la solidez defensiva mostrada a lo largo de toda la temporada, los de Simeone dejaron jugar a un Barcelona demasiado lento, en el que sólo generaban peligro Messi y Neymar.
La muralla rojiblanca
Mientras el argentino, como falso 9, tampoco acertó en un par de ocasiones en la primera parte, las esperanzas del Barça estaban en el desborde del brasileño por la banda izquierda, donde Iniesta, demasiado gris, aunque nadie pudo entender su sustitución, jugó más atrasado que de costumbre para intentar equilibrar el esforzado y táctico medio campo del Atlético. Neymar, a quien Courtois le arrebató en el comienzo de la segunda parte la posibilidad de empatar y de quien una plancha de cabeza se marchó rozando el poste, solo pudo presumir al final de un espectacular caño a Tiago, porque, como sus compañeros, se enredaron ante la tela de araña dispuesta por el Cholo y la muralla rojiblanca que fue imposible de rebasar por un Barcelona desconcertado que acababa sus acciones de toque con balones aéreos. Incluso las mejores oportunidades de gol, también en el segundo tiempo, las tuvo el Atlético a la contra. Sí que sufrió el Calderón, aunque sólo durante un breve período, cuando comprobó que su equipo, tirado atrás después del descanso y cada vez con menos fuelle, empezaba a padecer ante las llegadas de los de Martino. Sin embargo, el Barcelona, que abusó del fútbol directo, carecía de velocidad y de espacios. El Atlético se los tapó todos, aunque el dominio fuese de los azulgrana, que dejaron de crear peligro mientras los de Simeone resistían sin pasar demasiados apuros. Ante el ataque sin chispa ni mordiente del Barcelona estaba la disciplina defensiva y la actitud guerrillera del Atlético, y con su técnico levantando a un Calderón que también colaboro lo suyo para hacer posible lo que parecía una gesta ante tal equipazo, que aunque muchísimo menos favorito este año, sí era uno de los grandes candidatos a la corona europea. Se podrá quejar el Barça de un posible penalti de Godín a Cesc al filo del descanso, pero también pudo cometer otro Mascherano sobre Villa en el minuto 72, y esta vez no hay excusas. Ni siquiera podrá justificar con los árbitros este lamentable Barcelona su desastre.