La pelota, sobre el ruido

DEPORTES

14 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No hace falta aclarar que los destrozos en las habitaciones de los chavales de la selección española de baloncesto en la villa olímpica de Londres resultaron involuntarios. De la misma forma, Fernando Alonso recibió con generosidad la irrupción de Lewis Hamilton en su equipo. Si hay algún roce entre los chavales de las motos, como cuando el Rey buscó el apretón de manos entre Lorenzo y Pedrosa, se debe a la adrenalina. Igual que no cabe sospechar de la época en la que Miguel Indurain hizo historia porque el ciclismo permanecía inmaculado. Eran de los nuestros, y eso casi basta. Y en el fútbol, quizá el deporte que conserva un mayor componente tribal, esa identificación aporta un filtro definitivo.

Entre las virtudes de Cristiano Ronaldo no abunda la humildad, cuando referentes con valores se hacen tan necesarios en el deporte por su impacto en los salones de las casas. Competidor por encima de cualquier otra consideración, el portugués encuentra en el gol el instante de sublimación. Simpatías a un lado, ningún otro futbolista tuvo tal impacto en el 2013. Por encima de todo el ruido, al margen de los chanchullos de la organización, reúne méritos para añadir algo de pimienta a la era de Messi (otro catedrático cuando sale del vestuario).

El Balón de Oro de Cristiano (un santo si hubiera nacido en Melide) ofrece un nuevo aliciente. ¿Cómo responderá Messi al envite del portugués cuando a su lado emerge Neymar? La historia de las artes -y algunos románticos aún piensan que el deporte encierra cierto tipo de belleza- es rica en genios controvertidos. Cuando tras el atleta asoma una persona ejemplar, resulta maravilloso. No siempre sucede. Disfrutemos del juego. La pelota no se mancha, soltó Maradona.