Memoria selectiva

Carlos Melchor DESDE LA GRADA

DEPORTES

21 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La escena final de la película. El último bocado de un plato exquisito. El trago que termina la copa. La última sensación es el recuerdo más intenso que queda en nuestro interior y el postrero empate del Recreativo el pasado sábado no es excepción a la regla. Del éxtasis del 0-3 en el descanso, al baño de agua helada recibido con el golazo de Álvaro Antón, simplemente transcurrieron 45 minutos, tiempo en el que, quien más quien menos, dejó volar su imaginación a territorios inexplorados, más bien oníricos. Es una obviedad señalar que cualquier aficionado antes del pitido inicial hubiese firmado un empate en casa de un intratable líder de trayectoria inmaculada, pero la sensación de derrota es inevitable que permanezca en el ambiente. En todo caso es mucho más útil pensar en positivo. Valorar que el equipo sabe utilizar otros registros de juego, que tiene una pegada goleadora inaudita, los sobresalientes resultados que se están obteniendo a domicilio y, sobre todo, que compite perfectamente ante cualquier rival, sea donde sea. Esas, y no otras, deberían ser las lecturas a sacar después del partido de Huelva. Al igual que somos de últimas sensaciones también tendemos a buscar culpables. En esta ocasión el señalado es Víctor Marco por su autoexpulsión que provocó el gol del empate. Se cargan las tintas sobre él, pero podría ser un buen momento para recordar lo mucho y bueno que ha hecho en el conjunto lucense. Sería extremadamente injusto olvidar su extraordinario rendimiento de estas temporadas. Siguiendo un razonamiento tan ventajista, si el árbitro del encuentro llega a pitar la clara falta que el jugador sufrió momentos antes, el desenlace hubiera sido bien diferente. La memoria en el futbol es escasa, más bien no va más allá del último partido, exactamente igual que lo que sucede con nuestras sensaciones.