La Liga reafirma el estilo Laso

Antón Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Afianza una filosofía atractiva de juego que precisaba un gran triunfo

21 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Tal vez en el último y decisivo partido de la final de la ACB, no solo estaba en juego un título. Había algo más. Al menos para Pablo Laso (Vitoria, 1976), el hombre que se hizo cargo del banquillo del Real Madrid en el 2011 y que transformó a un equipo errático y plomizo en un bloque alegre y vistoso. Explosivo, rápido y brillante en la pista hasta tal punto que se ha ganado el reconocimiento de la mayor parte de los rivales. Su capacidad para ofrecer espectáculo no estaba en cuestión el miércoles por la noche en el Palacio de los Deportes. Pero sí su efectividad en las grandes citas, su talento para convertir la diversión en grandes triunfos. Y después de varios tropiezos, finalmente lo consiguió ante el Barça.

Perseverancia

Nunca renunció a sus ideas

Uno de los mayores activos del técnico vasco es que jamás varió su filosofía, la forma en la que quería que sus jugadores encarasen los partidos sobre el parqué. Quiere un Madrid enérgico, intenso en la presión y que vuele hacia la canasta contraria cada vez que recupere la posesión. A Laso le incomoda la pausa, casi tanto como a los rivales su vértigo. Y este armazón ideológico no ha variado pese a haber tropezado con el Barcelona en la final de la Liga pasada, pese al mal trago de la Final Four de este año con el Olympiakos o el de la Copa de este año, nuevamente ante su eterno termómetro.

Tampoco cambió ahora, después del cuarto encuentro de la final, donde el Barça enseñó las garras en el Palau. Y su perseverancia ha encontrado recompensa. Laso ya sabe que se puede jugar bien y seguir dando lustre a unas vitrinas que no veían un trofeo de esta magnitud desde que Joan Plaza lo ganara en el 2007. Después, ni siquiera la llegada de un entrenador contrastado como el italiano Ettore Messina, fue suficiente para enderezar el rumbo del Madrid.

Banquillo largo

Refuerzos para poder correr

Para ejecutar el plan del preparador blanco son necesarios hombres de garantías que consoliden las rotaciones. Las carreras sobre la cancha llevan a los jugadores al límite de sus posibilidades. El paso por el banquillo se vuelve obligatorio. Sergio Rodríguez, Rudy Fernández, Carrol o Darden han reforzado un conjunto ya de por sí competitivo. El mejor ejemplo de cómo funciona el Madrid lo da el Barça. Durante la final, Xavi Pascual trató de neutralizar esa afición para el esprint de los de Laso. Su equipo acabó fundido.

Un capitán eterno

Felipe Reyes, la referencia

No es la pieza mágica, es simplemente la que hace todo posible. El eterno capitán, Felipe Reyes, demostró durante la final que aún es imprescindible. Laso sabe que es ese pilar en el que puede descansar el equipo cuando las cosas no salen como estaba planeado. Cuando el aro escupía los triples de Rudy, cuando Oleson secaba la muñeca de Carrol, el Madrid siempre se apoyaba en Reyes. Como si de un motor diésel se tratase, jamás desfallece. No ejecuta cambios de ritmo extenuantes. Es quizás una nota discordante, pero la clave de la melodía. Sin la complicidad del MVP, quizás Laso ya habría hecho lo de Messina: escaparse por la puerta de atrás.

La afición

Entusiasmada con el juego

En la eterna discusión entre dar espectáculo o ganar a cualquier precio, casi siempre vencen los resultados. Sin embargo, en ese debate hay algo incontestable y es que la victoria de un equipo que juega bien vale el doble. Pablo Laso se lo ha vuelto a recordar al Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. En pocas temporadas de la historia reciente del conjunto blanco se ha visto tan entusiasmada a la afición. Durante el decisivo choque del miércoles, transportó a los locales hacia la victoria, que disfrutaron como nunca.