Rafael Nadal barre a Roger Federer y se apunta el torneo de Roma

Colpisa

DEPORTES

CLAUDIO ONORATI

El español compuso uno de sus mejores partidos para ganar en Roma ante un rival que se rindió a la perfección del rey de la tierra

19 may 2013 . Actualizado a las 21:07 h.

Rafael Nadal disfruta de un excelente momento deportivo. «Es más que un sueño», asegura él mismo. No se le puede reprochar nada.

Calificaciones: Inmejorable en el juego si se le juzga por sus actuaciones en Roma, feliz en la cancha si se le mide con las grandes raquetas. Ni siquiera Roger Federer, el hombre que convierte el tenis en arte, es capaz de discutir al hombre que suma 35 victorias y solo dos derrotas en la arcilla del 2013. Es más, ni siquiera la rodilla que le apartó siete meses de las pistas parece rival para el aguerrido español. Seis títulos en ocho torneos señalan su lesión como un punto tan lejano e inexplicable como su racha. ¿Habría pronosticado estos resultados en los tiempos de lesión? «Supongo que os hubiera tratado de locos si después de tanto tiempo sin competir y después de las dos primeras semanas con resultados fantásticos pero con sensaciones bastante negativas», respondió Nadal a TVE tras ganar en Roma.

Pero además de los torneos, en el camino de Nadal se acumulan daños colaterales y las medallas individuales. La última víctima en sucumbir fue Federer en el domingo romano. El suizo salió del Foro Itálico aniquilado por la perfección inusitada de su adversario más desmoralizador. En la arena italiana el español encadenó golpes a las líneas que solo se explicarían con un imán en la pelota unido a campos magnéticos, mientras que su rival repitió un abanico de errores inhabituales que le sepultaron sin oportunidad de rebelarse.

En Roma, Federer solo pudo rendirse a la evidencia, al juego cercano a la perfección del tirano de la tierra batida. Sin piedad, el español vapuleó al número 3 del mundo y le empujó hasta la desesperación con su precisión de francontirador. De nada sirvieron los saques del suizo al revés de Nadal, ni el cambio de estilo del balear con juegos más cortos y menos dejadas. Las derechas del recién ascendido al número 4 del ránking demolieron el físico y el espíritu del talento de Basilea, que sumó hasta 15 errores no forzados y solo 11 puntos ganados con su servicio en un primer set tan perfecto para el español como el que firmó contra Berdych en las semifinales. En 23 minutos Nadal le devoró sobre la arena romana (6-1).

París, la primera prueba de fondo

Durante la segunda manga Federer trató de imponer algo más de resistencia pero Nadal conservó la dirección del encuentro. Poco se pudo adivinar del estado físico del balear porque no debió correr de lado a lado de la pista como antaño. Dos roturas hicieron tambalearse al suizo al comprobar que donde él se resbaló su rival flotó sobre la arena. Federer repitió golpes con la madera y Nadal atrapó cada pelota con una red que pareció un cazamariposas. A pesar de sus 17 errores no forzados en el segundo set, Federer superó el naufragio en su primera final del año y propició un intercambio más equilibrado. La resistencia se extendió hasta la hora y siete minutos de partido porque el helvético recuperó sus mejores golpes, le robó el saque y exigió a Nadal algo más que sus latigazos con efecto. Pero el español acabó con cualquier duda con una elevada infalibilidad que le supuso la conquista de Roma (6-1 y 6-3).

El próximo reto de Nadal es su primer Grand Slam desde que la rodilla le autorizó a competir. En menos de una semana pisará las pistas de Roland Garros, la arcilla que le catapultó a la gloria y en la que solo Robin Soderling osó eliminarle. Será su primer torneo a cinco sets, la primera prueba de fondo con un cuadro de dos semanas. Hasta ahora, solo David Ferrer ha logrado responder y generar arenas movedizas frente a su estilo más agresivo, aunque el alicantino sucumbió a la fortaleza mental de Nadal. Es el turno de medir al hombre que ha emergido desde el océano para asustar a unos rivales cuya sorpresa todavía les ha impedido contestar.

Y el manacorense todavía esconde sus cartas: «Valoro lo que me está pasando porque sé realmente dónde estábamos hace unos meses. Dentro de unos días empezaré a pensar en lo que viene».