La trama en torno a Eufemiano

A. Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

El médico se rodeaba de un núcleo duro compuesto por José Luis Merino y Labarta

28 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Eufemiano Fuentes (Las Palmas, 1955) es el personaje principal de la trama que habría obtenido cuantiosos beneficios a través del dopaje de deportistas de élite, principalmente ciclistas, y que se destapó con la operación Puerto. La red reposaba sobre otros dos pilares maestros, el hematólogo José Luis Merino Batres (ahora excluido del caso por enfermedad), el experto que se encargaba de vigilar que las autotransfusiones y la manipulación de la sangre se realizaban en las condiciones apropiadas; y José Ignacio Labarta, el enlace con los posibles clientes y quien informaba puntualmente al médico de los resultados que obtenían cada una de las personas que había solicitado los servicios del médico y que abonaban entre 60.000 y 70.000 euros para mejorar su rendimiento en competición a través de un plan integral de uso de sustancias dopantes. Los investigadores de la Guardia Civil también señalan a la hermana de Fuentes, Yolanda, como uno de los apoyos con los que contaba el médico y a Manolo Sainz y Vicente Belda como intermediarios entre los corredores y el médico, cuyo trabajo se detalla en el sumario judicial.

Un trajín de deportistas

Cuando la Guardia Civil empieza el seguimiento a Eufemiano Fuentes constata que dispone de un piso en Madrid al que acuden un gran número de deportistas. Allí se les extraería la sangre, para luego, a través de diferentes correos, llevársela a los clientes mientras estos estuviesen compitiendo. En carrera se le practicaría la reinfusión de la sangre y el cliente comenzaría a notar el incremento de rendimiento. Asimismo, los encargados del caso aprecian que José Luis Merino dispone de una laboratorio de análisis muy próximo a este piso. El experto hematólogo tiene la misión de procesar la sangre para que se pueda congelar y de este modo poder espaciar las extracciones a los clientes. Para ello, se equipan con dos máquinas Haemonetics ACP-215 y un arcón congelador especialmente preparado para el almacenaje de este tipo de sustancias. Esto amplía el radio de acción de la red. Gracias a estos sistemas se internacionaliza y gana prestigio en el mundillo del dopaje.

Siempre hablan con apodos

Conscientes de que su actividad podría despertar las sospechas de la Guardia Civil, los integrantes de la trama hablan con nombres en clave y asignan a sus clientes un código. Entre los apodos más famosos están el de Astérix, el propio Eufemiano Fuentes; Obélix, José Luis Merino Batres; El Bigotes, José Ignacio Labarta; Alí Babá, Alberto León; El gordo, utilizado para referirse a Manolo Sainz; Birillo, Ivan Basso; Número 1, Jan o hijo de Rudicio, Jan Ullrich. Y expresiones como mandar a Siberia, para referirse a la congelación de la sangre; o polos, para hablar sobre las bolsas de los deportistas. El idioma ideado por la red que dirigía Eufemiano Fuentes era profuso en terminología que solo los que estuviesen implicados podrían entender. El amplio conocimiento que de él disponía José Ignacio Labarta, amigo personal del médico, por ejemplo, lo sitúa entre las personas más relevantes de la Operación Puerto y habitual en las escuchas de los investigadores.

Presencia en toda Europa

Al ganar reputación, la red comienza a extender sus tentáculos por toda Europa. En Italia su contacto es el médico Luigi Cecchini, quien, entre otros, habría acercado a Thomas Dekker, Clasicómano Luigi, en nombre clave, los servicios del doctor español. Dekker, una de las grandes promesas del ciclismo holandés cuando se desencadenó la Operación Puerto reconoció recientemente que había recurrido al uso de productos dopantes para mejorar su rendimiento. De hecho, en el 2009 hizo público un positivo suyo por epo, en una muestra de dos años antes. En Alemania el contacto de Fuentes sería el médico Markus Choina, quien se encargaría de enviar productos farmacéuticos a Eufemiano a través de Labarta. Por último, el enlace de la trama en Francia, sería el exciclista Pascal Hervé, quien le habría facilitado un piso en Limoges para que realizará la reinfusión de la sangre a algunos clientes suyos durante el Tour del 2004.