La afición hace el pasillo al Dépor

rubén ventureira A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

Más de 300 hinchas despidieron con cánticos al equipo en Alvedro

15 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El Dépor facturó ilusión en su viaje a Barcelona. Una nueva movilización de su hinchada, esta vez en Alvedro, vitaminó a la expedición blanquiazul antes de partir hacia la Ciudad Condal.

Aunque menos numerosa, la escenificación fue tan conmovedora como la de la pasada semana, cuando los aficionados obligaron a abrir Riazor durante un entrenamiento a puerta cerrada. Más de 300 aficionados acudieron a la terminal y esperaron en el exterior la llegada del autocar del equipo, procedente de Abegondo.

Los primeros que bajaron del autocar, entre ellos Lotina, se vieron frenados por la masa blanquiazul, que gritaba, cantaba y daba palmadas a todo aquel vestido de gris, el color del traje del Deportivo. Después, y aún en el exterior del edificio, los aficionados abrieron un pasillo por el que desfilaron jugadores al grito de «Es de Primera / el Dépor es de Primera» o «Dale, dale, dale Dépor». Hoy, los blanquiazules le harán el pasillo al Barça, pero ayer fue su afición la que se lo hizo a ellos.

Valerón, el más aclamado

El último en pasar por el pasillo fue el héroe del deportivismo, el protagonista, junto a Adrián, de la remontada frente al Athletic: «Valerón / Valerón / Valerón», sonó cantado a más de 300 voces. Y, mientras, el canario se dejaba achuchar, hacer fotos y recibir abrazos. Con una sonrisa tatuada en la boca.

La dirección del aeropuerto entendió que aquello era un acto pacífico y no puso obstáculo alguno para que los hinchas tomaran la terminal, donde siguieron las aclamaciones. «Vamos, Dépor, vamos», se escuchó mientras futbolistas y cuerpo técnico accedieron a la segunda planta, donde está el restaurante en el que comieron. Mientras esperaban por su plato, Juan Rodríguez, Aranzubia y Riki se asomaron para, desde la parte superior de la escaleras, agradecer el apoyo: los dos primeros aplaudieron, mientras el madrileño no lo hizo porque tenía las dos manos ocupadas en agarrar su móvil, que inmortalizaba el momento.

Decía un veterano blues hace unos días que todo este sufrimiento de las últimas semanas está teniendo un aspecto positivo, y que hasta lo daría por bueno en caso de que el equipo se salve: hacía años que el deportivismo no se movilizaba de esta manera. Ni siquiera cuando en la primera vuelta de la temporada pasada se metió en puestos de Champions hubo una respuesta tan masiva. Aquello era un sueño; ahora hay un objetivo: ayudar al Deportivo a salvar a la categoría. Y la hinchada ha vuelto para romperse la garganta. En Riazor. En Gijón. En Alvedro. Donde haga falta.