Compos S.A.D., descanse en paz

Manuel García Reigosa
m. g. reigosa SANTIAGO / LA VOZ

DEPORTES

El «BOE» certificó esta semana la desaparición de la sociedad anónima santiaguesa

30 ene 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El lenguaje judicial no conoce alma ni sentimientos. Para muestra vale un botón del Boletín Oficial del Estado del miércoles, que publica un edicto del juzgado de lo Mercantil número 1 de A Coruña en virtud del cual se declara «la conclusión y archivo del concurso voluntario ordinario de la entidad SD Compostela S.A.D. (en liquidación), y ello por inexistencia de bienes y derechos con los que satisfacer a los acreedores». Más frío que un epitafio.

Suena a «descanse en paz» y, de hecho, supone la extinción definitiva de la SD Compostela S.A.D. Pero el proceloso concurso del Compos ha sido tan singular que el equipo sigue compitiendo, aunque sea en Preferente y con la denominación de Campus Stellae. Por eso, no ha habido réquiem y ha pasado muy inadvertido el punto y final de la sociedad anónima. La SD que asombró y vivió sus días de vino y rosas en la década de los noventa ya es historia, pero le sobreviven la marca y los jugadores.

Es el triste epílogo de un club a punto de alcanzar el medio siglo, que las pasó canutas en más de una ocasión y que siempre ha terminado por encontrar una salida, por inverosímil que pareciese.

En el verano del 86 una junta gestora evitó que desapareciese. En aquel grupo salvador emergía la figura de un José María Caneda que tardó poco en coger las riendas de la entidad. En el año 90 ya tenía al equipo en Segunda División y en junio del 92 se convirtió en presidente del primer consejo de administración con solo diez acciones. Como sucedió con los demás clubes de la Liga de Fútbol Profesional, el Compos tuvo que convertirse en sociedad anónima deportiva. Necesitaba 87 millones, y el concello tuvo que poner la mitad.

Con el tiempo, Caneda se hizo con el control de un paquete mayoritario de acciones. Y llevó al Compos a sus más altas cotas. En los años del maná que caía llovido de la guerra de los operadores televisivos para hacerse con el control de los derechos de imagen, la entidad santiaguesa llegó a manejar un presupuesto de casi nueve millones de euros.

Fin de la fiesta

Los problemas empezaron en cuanto el balón dejó de entrar en la red. En el año 98 el club bajó a Segunda y en el 2001 a Segunda B. Volvió a la categoría de plata al primer intento y se vio en la obligación legal de ampliar capital social hasta cerca de trece millones de euros. Ni lo intentó. A partir de ahí se acentuó la caída. Caneda perdió su primera votación en una asamblea y el nuevo consejo de administración optó por acogerse a la entonces novísima Ley Concursal, en el 2004.

La administración judicial puso en marcha un proceso de liquidación que se ha demorado durante siete años. Entendió que no había viabilidad y optó por capitalizar todos los activos para restituir, hasta donde llegase el dinero, a los acreedores. Llegó muy poco, para unas reclamaciones que totalizaban 10,8 millones de euros. Caneda adquirió en subasta la marca SD Compostela. Y la sociedad Campus Stellae pagó por los derechos deportivos. Por esa puerta accedió de nuevo a la presidencia y consiguió llevar al equipo, una vez más, a Segunda B. Compitió con el nombre del Compos, pero con el NIF de Campus Stellae. Y de nuevo volvieron las deudas. Ahora Caneda ultima un traspaso de poderes y parece que este sí será su adiós.