El dilatado ego del chico especial

DEPORTES

Mourinho dio una lección táctica sobre el césped del Giuseppe Meazza, aderezada con los habituales gestos y declaraciones del técnico más arrogante de Europa

22 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«El Barça intentará echarme también la culpa del volcán. Igual también tengo un amigo metido allí dentro». José Mourinho sabe sumar. Entendió que cualquiera podría encontrar sospechosa la coincidencia de nacionalidades entre él y el árbitro del Inter-Barça, así que de inmediato pasó al contraataque.

Primero, tildó de irracional a Guardiola apretando su índice contra la sien ante las protestas del catalán por un posible penalti. Después, tuvo una charla poco amistosa con Xavi camino del vestuario. El técnico recordó al centrocampista el arbitraje del Chelsea-Barça del año pasado.

En la rueda de prensa mezcló desagravio y chulería: «Es difícil saber perder cuando uno no está acostumbrado. Yo también soy un poco así». Mourinho en estado puro. El míster del Inter resulta irrefrenable con el viento a favor y los rumores que lo colocan en el banquillo del Bernabéu solo alientan al hombre que soltó aquello de «no me llamen arrogante, pero soy campeón de Europa y soy un tipo especial».

Peleado con varios técnicos

En la trayectoria de the special one , en su versión inglesa, abundan enfrentamientos dialécticos con técnicos como Wenger, Ferguson o Benítez -Guardiola tuvo que esforzarse el martes para no sumarse a la lista- y las muestras de rencor acumulado hacia el club donde ejerció de traductor. La animadversión hacia el Barcelona vivió su punto álgido en el duelo con el Chelsea del 2006. El portugués, entonces al frente de los blues, abrió fuego: «El Barça es un gran club, pero en 200 años de historia ha ganado la Champions una vez. Las mismas que yo en las pocas temporadas que llevo como entrenador». Y sumó a Rijkaard a su lista de objetivos: «Mi historial como técnico no puede compararse al suyo. El tiene cero trofeos y yo tengo muchos».

Tras el choque acusó a Messi de tramposo y atacó duramente al árbitro. Una suerte, la de quejarse del colegiado, en la que Mou es todo un experto. De sus días en Inglaterra quedó, entre otras grandes frases, aquella de «las cosas están difíciles para nosotros con las nuevas reglas. No se pitan penaltis en contra del Manchester ni tampoco a favor del Chelsea. No es una conspiración, es un hecho».

En Italia no le ha ido mejor. En febrero se pasó tres partidos en la grada por criticar al trencilla del encuentro ante el Sampdoria. También recibió una multa de 40.000 euros, la tercera en dos temporadas en el Inter por quejarse del arbitraje. Acostumbrado a acaparar la atención sin agobios -«Presión es no tener con qué alimentar a tu familia. En el fútbol no hay de eso»-, Mourinho fue el martes fiel a su estilo. Ofreció una lección táctica sobre el césped y en cuanto el árbitro pitó comenzó a calentar la vuelta. Nada nuevo: «El partido no acaba hasta que salgo de la rueda de prensa».