Federer se hace eterno en Wimbledon

DEPORTES

El fenómeno de Basilea, que recupera el número uno, tuvo que esperar 87 juegos para romper el servicio de su rival

06 jul 2009 . Actualizado a las 02:12 h.

Durante cuatro horas y cuarto y 87 juegos, Andy Roddick mantuvo un bello pulso por el título de Wimbledon, y su fenomenal resistencia engrandece el triunfo de Roger Federer. Así, después de un partido asombroso por momentos, de una batalla extenuante, cayó el decimoquinto gran título del fenómeno suizo, que supera las 14 victorias en citas del grand slam de Pete Sampras. Venció en una durísima guerra psicológica por 5-7, 7-6 (6), 7-6 (5), 3-6 y 16-14 y arrebata el número uno mundial a Rafa Nadal, lesionado desde hace un mes.

Poco tuvo que ver Roddick con el rival que sufrió a Federer hasta en 18 de sus 20 partidos anteriores. Quizá por influencia de Larry Stefanki, su entrenador de los últimos meses, tuvo siempre un plan claro: sirvió con potencia y también con inteligencia para cegar los passings shots a Federer, jugó al ataque pero sin caer en la temeridad, subió y voleó con bastante acierto. Tan bien le salió el plan que no se dejó un solo break hasta el último juego.

El instante del estadounidense

El estadounidense, pletórico apenas un año después de querer colgar la raqueta, ganó el primer set. Reforzado por el marcador, mantuvo su esquema ante un Federer que ofrecía golpes sublimes a cada rato. Llegados al tie-break , Roddick mandaba por 6-2, con su servicio, pero se dejó cuatro bolas que le habrían valido para encarrilar el partido con dos sets a cero; la última, con una desastrosa volea alta de revés que se marchó por mucho. Federer no dudó ni un instante, se lanzó a por la presa y empató el partido. Quizá ese podía haber sido el momento del norteamericano.

Aquel fue el único instante de debilidad de Roddick, que solo se volvió a dejar la siguiente manga en el tie break . Nada se le podía achacar al bombardero de Nebraska, que seguía sin ceder un servicio, crecido a cada rato justo cuando el suizo tenía alguna oportunidad de break . Aguantaba a lo gran campeón, y frente al más grande. ¿No dudaba nunca? Sí, cuando Federer empleaba las dejadas, el último recurso que añadió a su fabuloso repertorio, y así le sacaba de su patrón. Bajo presión, Roddick aguantó. ¡De qué forma! Porque ganó el cuarto set por 6-3.

Guerra psicológica

La final se decidiría en el quinto, sin tie breaks , lo que obligaba a Federer a romper un servicio de su rival para levantar la copa. En la resistencia se abrió una grieta con 8-8, cuando Roddick tuvo dos bolas de break que Federer resolvió con temple. El pulso aguantó hasta el 16-15. Llegó al fin la primera pelota de partido para el suizo, que ganó. Un momento capital ya en la historia del tenis, que hace a Federer eterno después de consagrarse por sexta vez en la catedral , donde doce meses antes le había destronado Rafa Nadal.