Una estrella de la NBA y un padre no tan ejemplar

J. M. Fernández

DEPORTES

19 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Dwyane Wade es el máximo anotador de la NBA (28,8 puntos por encuentro), uno de los pocos jugadores que en sus mejores momentos podría resistir la comparación con extraterrestres como LeBron James o Kobe Bryant. Y además, hasta hace muy poco, estaba considerado un buen chico, un jugador sin estridencias y con una vida familiar del agrado del enjuto David Stern, todopoderoso rector de la NBA y el hombre que vela por el buen comportamiento de los jugadores.

Ahora, una demoledora demanda de divorcio ha puesto en duda la ejemplar trayectoria del hombre que lideró el hasta ahora único título de la NBA de los Heat de Miami, en la temporada 2005-06. En el 2007, apenas aún recuperado de las secuelas de una lesión que le hizo perderse buena parte de las dos campañas posteriores a la conquista del anillo, Wade fue elegido Padre del Año por un Comité Nacional que debió de ver en el alero de los Heat unas cuantas de las virtudes que no suelen adornar a las caprichosas estrellas de la NBA, incluido un Kobe Bryant ahora ejemplar.

«Ya entonces pasaba mucho tiempo sin ver a sus hijos. Zion casi ni lo conoce», dice en la demanda de divorcio su esposa Siovaughn, que acusa a Wade de haber cometido adulterio en multitud de ocasiones, además de, fruto de su actividad extraconyugal, haberle transmitido una enfermedad sexual cuyo nombre no especifica. También le exige que haga una lista de las mujeres con las que ha estado en los últimos años.

Según su esposa, Dwyane Wade, que está en su sexta temporada en la NBA, es también un manirroto que no vela por el futuro de su familia, y a modo de ejemplo señala que «gastó dos millones de dólares en comprarle una iglesia a su madre», un argumento más discutible que el «tener cuentas con miles de dólares a las que puede entrar mucha gente. Incluso una con otra mujer».

Wade, que tiene contrato con los Heat hasta el 2009-2010, cobrará esta temporada unos 12 millones de euros, algo menos que la siguiente. Suficiente para soportar una separación que promete hacer las delicias de la prensa rosa de Miami, pero un asunto bastante más delicado que la infidelidad que Kobe Bryant resolvió con un pedrusco de más de un millón de dólares.