«La apoteosis del desastre» o «la vanidad» de Calderón

La Voz

DEPORTES

18 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«No tengo ninguna sensación de pena con Ramón Calderón tras escuchar su discurso. Nadie le llamó a este calvario al que se arrimó por ego, por vanidad, por notoriedad social y con un desconocimiento y frivolidad que han acelerado su defunción presidencial». Así se despide del ya ex presidente el que fuera su director de cantera hace menos de un mes, Miguel González, Míchel .

El ex jugador blanco arremete duramente desde su tribuna en el diario Marca , contra Ramón Calderón y contra su entorno, donde encuentra «chulazos oportunistas, pintones, aprovechados e irresponsables».

Después de afirmar que al dimitido mandatario «le ha faltado categoría y honor para llevar ese escudo en la solapa, signo inequívoco de quienes no tienen pedigrí madridista, sino una cínica adopción de sus colores», denuncia «la ilegitimidad de esta Junta provisional.[...] Esperar hasta el verano para las elecciones es un síntoma de nuestra degeneración como club».

También en Marca , Santiago Segurola centra su análisis en enumerar los escándalos más recientes de la directiva blanca y afirma que «los últimos meses de Calderón y su junta directiva han sido la apoteosis del desastre». Asegura, además, que «la salida del ya ex presidente no cierra esta lamentable herida». El Mundo Deportivo también repasa la trayectoria del dimisionario bajo el título «Más escándalos que copas» y se ceba en su incapacidad para cerrar los fichajes prometidos: «Sonoros fracasos que lo dejaron en ridículo y perjudicaron seriamente la imagen del Real Madrid».

En el diario As pueden leerse algunas de las pocas muestras de apoyo al ex presidente en palabras de Tomás Roncero: «Se agradece la inmolación de Calderón, que ha ofrecido su cabeza para frenar un linchamiento que habría puesto en peligro hasta su equilibrio familiar».

Por último, David Gistau, en El Mundo , se refiere a la escena de la despedida: «Avergonzado y en llanto; seguro que jamás imaginó que así terminaría el surf sobre la espuma del poder de un hombre al que la vida acostumbró a triunfar a base de suerte y encanto. Y a quien el Madrid, al cabo, ha obligado a frecuentar las más sucias mañas de la supervivencia. Se marcha envenenado de rencor».