El infortunio aparta al Azkar de ganar su primera Supercopa

Marcos Pichel A CORUÑA

DEPORTES

El Boomerang se adelantó con un gol en propia meta de Riquer

01 nov 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

Las alegrías en casa del pobre duran poco y el equipo rico, acostumbrado a ganar todo lo que se le pone por delante, volvió a hacerlo una vez más. El Boomerang Interviú consiguió su séptima Supercopa de España ante el Azkar Lugo, que se quedó, ayer en A Coruña, con la miel en los labios. Pocos podían pensar que el partido iba a ser tan disputado. El resultado final es engañoso, porque el último gol se consiguió cuando el Azkar, a la desesperada con portero jugador, intentaba acortar distancias. Y el primero fue obra de la mala suerte, cuando apenas empezado el segundo tiempo, Riquer, a la salida de un córner botado por Daniel, del Interviú, introducía el balón en su propia portería. La iniciativa en la primera mitad fue de los de Lugo, apoyados por una afición que se desplazó en gran número (camisetas rojiblancas en las gradas fueron confundidas por los comentaristas de Televisión Española como del Athletic). Juanlu, sabedor de la inferioridad de su equipo, planteó el partido para sacar partido de sus carencias. Con su estrella, Fernandinho, en la grada, y con dos de sus referentes, Riquer y Lorente apenas recuperados unos días atrás de sus lesiones, tendió una maraña defensiva en la que se perdió el mejor equipo del mundo. El balón era del Azkar, las ocasiones, aunque no muy claras, también. El Boomerang no tenía ideas, no sabía qué hacer, aunque de vez en cuando sacaba ramalazos de su calidad, con remates de Schumacher y Marquinho. El problema para Juanlu era dosificar a sus hombres, pues la presión que estaban ejerciendo era muy intensa. Entre todos los lucenses destacó su capitán, Regueira. Se le veía muy motivado, consciente de que la ocasión para que el equipo lograra su primer título nacional era única, pues tenían al Boomerang a su merced. El equipo lo intentó de todas las maneras, pero la suerte les iba a ser esquiva. En la primera ocasión de la segunda mitad, con un Boomerang lanzado en tromba, como es su costumbre, Riquer tenía la desgracia de hacer el primero. Un gol en el fútbol sala puede ser vital, y este acabó con el partido. Fue un jarro de agua fría, el Azkar pasaba de perseguido a perseguidor. Los brasileños Dudú y Fabiano pasaron desapercibidos, Paulinho ponía la intensidad, y con Riquer y Lorente (a este se le notaba la falta de forma), se sumaba a la aportación de Regueira Con el marcador a favor, los de Candelas marcaban el ritmo, y con Schumacher ejerciendo de lo que es, uno de los mejores jugadores del mundo. El brasileño, que casi había pasado desapercibido, y fue nombrado mejor jugador de la final, logró desquiciar a la afición a la vez que sentenciaba el choque en dos lances. El primero, una obra de arte combinativa del Boomerang, que coloca un título más en sus ya repletas vitrinas.