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Alexandre Centeno A CORUÑA

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Está citado todos los días en Abegondo, pero nunca aparece en la lista de convocados. Iván Pérez enseña a los lectores de la Voz, cómo es la vida de un «sin ficha»

19 nov 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

No vive en un adosado, ni siquiera en una urbanización de reciente construcción. Comparte un modesto piso con su novia en A Coruña. Desayuna en una cafetería en la que «hacen unas tortillas de ensueño», se entrena al máximo para «sentirme a gusto conmigo mismo» y disfruta «con las pequeñas cosas de la vida». Así es el día a día de un futbolista que lleva dos años sin ficha en el Deportivo y sueña con recoger lo que cree merecerse. Iván Pérez pasó ayer una jornada entera con un redactor de La Voz. ». 9.45: Rumbo al entrenamiento. Va con tiempo de sobra, pero le gusta ser puntual. Se sube a su Mitsubitsi, sin duda alguna lo más ostentoso de su vida, y se va a recoger a David Yáñez, camino de Abegondo. La sesión preparatoria no comienza hasta las 10.30, pero se le ve con prisa: «No me gusta llegar tarde. Es algo que me enseñaron en el Madrid. Desde pequeños nos inculcan gran disciplina, sobre todo en el tema de los horarios. Y, aunque aquí no son tan estrictos, he basado mi vida en la puntualidad». Suena un CD de El Canto del Loco: «Me gusta todo tipo de música española, desde la más actual hasta Julio Iglesias ». 10.40: Comienza la sesión. No tiene ficha, pero no se nota. Trabaja a un ritmo muy alto. Parece que lucha por un puesto en la convocatoria y no es así. «Desgraciadamente, tengo asumida mi situación, pero ello no se traduce en que baje los brazos. Trabajo duro porque quiero sentirme a gusto conmigo mismo. Nunca sabes cuándo puede llegar tu oportunidad. Estoy convencido de que la vida acaba poniendo a cada uno en su sitio y al que se lo curra, como yo, le acaba recompensando. No sé cuando, pero estoy seguro de que sucederá», comenta con convencimient o. 13.00: Regreso a casa. Una vez duchado, tras la sesión preparatoria matinal, se monta, de nuevo, en su vehículo y se dirige hacia su domicilio. Su copiloto sigue siendo Yáñe z. 13.30: Saca a pasear a su perro. Se llama Zar y es un cooker Spaniel negro azabache. «Además de la necesidad del chucho de salir, me relaja pasear con él. Suelo sacarlo antes de comer y por la noche. Muchas veces me acompaña mi novia». Su media naranja se llama Sandra, es coruñesa y vive con él. «No tiene ni idea de fútbol y, aunque parezca mentira, me gusta que sea así, porque es bueno que esté al margen de este mundillo», explica sobre su compañer a. 14.00 horas: Comida. El lugar escogido Cambalache, a pocos minutos de casa. «Muchas veces como aquí, aunque no es que sea un sitio fijo. En ocasiones también me quedo en casa». Bebe agua y come media ración de queso al horno y una ensalada de pasta. De postre, dos bolas de helado de chocolate. «No se puede llenar uno mucho, porque por la tarde hay entrenamiento y tengo que rendir», apunt a. 15.00: Siesta. Camina hasta casa y se acuesta durante una hora. A las cuatro y cuarto quedó con Yáñez para ir a entrenarse. «No soy una persona que necesite muchas horas de sueño por las noches. Es más, suelo ver la tele hasta tarde y escuchar después la radio. Sin embargo, preciso dormir la siesta para aguantar vivo durante el resto de la tarde ». 17.00: Entrenamiento. 19.00: A por el televisor. Sale de entrenarse con el tiempo justo para ver a España. Lo hará en casa de unos amigos, donde cenarán él y su novi a. 23.00: De vuelta en casa. Tras disfrutar con el triunfo de la selección, regresa con Sandra a su domicilio. Saca, otra vez, a Zar de paseo. Después se sienta ante el televisor para ver Crónicas Marcianas hasta que el sueño avisa .