El Celta recibirá a las siete y media de la tarde del sábado (en un encuentro televisado por los canales de pago por visión) a un Real Madrid precavido. Carlos Queiroz no se fía del cuadro vigués y reforzará el mediocentro situando a Iván Helguera al lado de David Beckham. Ver al inglés en el meollo del mediocampo ya no sorprende a nadie. Queiroz se encargó de resucitar al capitán de la selección inglesa por medio de una regresión futbolística, aunque ello implique ver al 23 madridista sudando la camiseta. Porque hubo quien afirmó que Beckham no transpiraba. O que, si lo hacía, destilaba perfume. Esa es la imagen transmitida por el ex jugador del United. Pero él mismo se encargó de desbaratarla en su resurrección balompédica. Ahora, en el Real Madrid de Queiroz, Becks debe trabajar como cuando era juvenil, para que la ausencia de Makelele sea recordada lo mínimo. Por el momento, lo está logrando. Su rápida adaptación al esquema (en ocasiones, juega en su puesto natural desplazando a Figo hacia la banda izquierda) y al club han servido para despejar las dudas acerca de su calidad futbolística, que llegó a ser cuestionada debido a la excesiva prostitución que ejercía David sobre su imagen. Precisamente, el inglés ha roto su vínculo con la empresa que gestionaba sus compromisos publicitarios (SFX) para centrarse en el fútbol. Después de seis jornadas de Liga disputadas la corriente de opinión ha dado un vuelco insospechado y el fichaje mediático se ha convertido en el refuerzo blanco más completo de los últimos años: un mediocentro sufrido especialista en lanzamientos de falta y que, situado en la banda, centra como los ángeles. Es ahora cuando el futbolista pijo cuyo principal aval era la venta masiva de camisetas es el quinceañero campeón de cross antaño y que ha decidido trasladar su fuerza a otro deporte. Y cuando el fino interior que sólo sabía colgar balones al área (a la perfección, eso sí) se ha descubierto como un centrocampista luchador que distribuye desde las entrañas del círculo central a base de cambios de juego kilométricos y pases milimétricos. Las tareas encomendadas por Queiroz no son nuevas para Beckham, que ya actuó en sus inicios en el eje, hasta que la marcha de Kanchelskis lo desplazó hacia la cal. David supo olvidarse de su propio lucimiento (reservado al lanzamiento de golpes francos) y trabajar para el equipo, convirtiéndose en el pasador que reclamaba Ronaldo en su primera temporada en Madrid. David Beckham midió bien los tiempos de su integración en el Real Madrid. Se sirvió de los amistosos en la gira asiática para conocer a sus compañeros y de los primeros encuentros de Liga para demostrar que sus centros y sus lanzamientos de falta eran vitales para los planes de Queiroz. Finalmente, ha entrado de lleno en el debate de su compromiso con el trabajo colectivo. Fiel a la imagen que transmite (y que cimenta los argumentos de sus detractores) está poniendo de moda los test físicos. Aunque para ello tenga que sudarla.