Los Angels de Anaheim, equipo procedente de la sede de Disneylandia, sorprendieron con su triunfo sobre los Giants de San Francisco en las finales
03 nov 2002 . Actualizado a las 06:00 h.Hace una semana los Angels de Anaheim, sede de Disneylandia, hicieron su gran sueño realidad al ganar en su estadio Edison Field, por primera vez en sus 42 años de historia, las Series Mundiales de béisbol. Ya se sabe que las finales de los grandes deportes americanos (baloncesto, fútbol americano y béisbol) son consideradas como campeonatos mundiales en Estados Unidos independientemente de lo que acontezca o se piense en el resto del globo. El triunfo de los Angels sobre San Francisco Giants ha traído un imperioso aire fresco al béisbol americano, que se encuentra en crisis. En sus primeras finales logran conquistar un título que renueva una nómina de campeones inaugurada en el lejano año 1903. Además, Anaheim consiguió forzar el definitivo séptimo encuentro tras ir en desventaja durante las series, lo cual revistió de emoción al genuino deporte americano. El béisbol ha sido, tradicionalmente, un entretenimiento familiar. Como los partidos, al igual que el tenis, no se juegan dentro de un tiempo determinado, a los aficionados les gusta conversar, saludar a los amigos y, sobre todo, comprar palomitas de maíz, perritos calientes y bebidas para sobrellevar, por ejemplo, las cuatro horas que puede durar un partido. No es extraño que alguna jugada decisiva los sorprenda en el bar o hablando de espaldas al campo. En cualquier caso, las Series Mundiales (que enfrentan al campeón de la Liga Americana y al campeón de la Liga Nacional) han recuperado parte de su antigua audiencia e interés. Prueba de ello son los más de 5.000 euros que se pagaron por algunas entradas (cuyo precio original era 110 dólares) en la reventa, actividad no autorizada en los aledaños del estadio (castigada con hasta 6 meses de prisión y multa), pero permitida en otras calles. Por otro lado, los latinos de Anaheim (47% de la población) se han volcado con el béisbol, olvidándose incluso del fútbol. Las emisoras de radio y televisión hispanas aumentaron de forma significativa su audiencia e ingresos por publicidad (hasta un 400%). El destino quiso, además, que dos ciudades californianas, San Francisco y Anaheim, disputasen el campeonato. San Francisco, vanguardista, cosmopolita, liberal, amante de las artes y defensora de los homosexuales, contra Anaheim, conservadora, adinerada, sede de dos parques de atracciones y de la factoría Disney. Anaheim, ciudad del condado de Orange, limítrofe con Los Ángeles, comparte con San Francisco, sin embargo, la crisis del turismo y¿ el odio hacia Los Ángeles y su equipo de béisbol, los Dodgers. Los alcaldes de San Francisco y Anaheim cruzaron apuestas sobre las finales. Resultado: el dirigente de San Francisco ha de llevar en actos públicos un sombrero de cowboy durante varios días. En 1996 Gene Autry, fundador de la entidad, vendió el equipo a la Disney, cuya varita mágica ha hecho, tras larga espera, el sueño de Cenicienta realidad. Ironías de la vida, la Fox retransmitió la victoria de los Angels, entrenados por Mike Scioscia, que hace 3 años fue despedido de los Dodgers. El presidente de la Disney, Michael Eisner, no podía disimular su felicidad. Enfundado en una camiseta de Mickey Mouse, sonreía ante Robin Williams, Pierce Brosnan y John Travolta. La Disney, corporación en crisis, tiene ahora otra ilusión: vender el equipo. Carlos Peralta, multimillonario mexicano, ya ha hecho una oferta. Colorín, colorado, este cuento se ha acabado. El fundador de los Angels, Gene Autry, no ha podido ver cumplido su gran sueño. Este vaquero cantante, único artista con 5 estrellas en el Paseo de la Fama de Hollywood, falleció en 1998 a los 91 años tras sufrir durante décadas el papel de mandatario del equipo segundón, por detrás de los Dodgers. Drew Barrymore, Cameron Diaz y Lucy Liu posan con la camiseta oficial de los Angels. Las tres acudieron a uno de los enfrentamientos de las finales mientras rodaban la segunda parte de «Los Ángeles de Charlie», película en la que se introducirá alguna secuencia relacionada con el béisbol. El «catcher» Bengie Molina bromea con Garret Anderson, que sostiene el trofeo correspondiente al vencedor de las Series Finales. Anderson es el mejor bateador de su equipo y su actuación fue decisiva para que los Angels lograran imponerse a los favoritos, los San Francisco Giants.