Una costumbre. Lance Armstrong, un deportista más admirado por su triunfo sobre el cáncer que por sus tres victorias consecutivas en el Tour de Francia, amenaza con convertir la ronda francesa que comienza mañana en Luxemburgo en un paseo, algo ya habitual en las tres últimas ediciones. Si los ciclistas españoles no lo remedian, el norteamericano exhibirá el próximo día 27 en los Campos Elíseos de París su cuarto maillot amarillo consecutivo. Es decir, a un paso de los cinco triunfos de Jacques Anquetil, Bernard Hinault, Eddie Merckx o Miguel Induráin, aunque el único que los acumuló de forma consecutiva fue el corredor el corredor de Villava. Y es que en el horizonte no aparece ningún candidato capaz de poner en serios apuros a Armstrong. Marco Pantani ya es pasado y el alemán Jan Ullrich convalece de una lesión y de las secuelas de su sorprendente positivo; en suma, sólo los españoles parecen en condiciones de fabricar una alternativa. ¿Un deseo o existe base real para creer que Joseba Beloki, Igor González de Galdeano u Óscar Sevilla soportarán el pulso con el intratable norteamericano? La organización ha preparado uno de los recorridos más cortos de las últimas ediciones -3.280 kilómetros-, con abundante montaña -cinco llegadas en alto-, pero con 114 kilómetros contrarreloj individual -es decir, algo más que en la pasada edición y sin cronoescalada- y otros 68 por equipos. ¿A la medida de Lance Armstrong? El tópico ciclista reza que «si un corredor está bien anda en cualquier terreno». Y el norteamericano ha masacrado a sus rivales en las cronos y en las cuestas. Un dato: Lance Armstrong se ha prodigado más que en otras ocasiones y llega a la línea de salida en Luxemburgo con dos triunfos de mérito en sus alforjas -la Midi Libre y la Dauphiné Liberé-; algo que algunos especialistas han interpretado como dos exhibiciones innecesarias en un deporte de tanto esfuerzo e inéditas en un corredor tan cerebral como Lance, poco partidario de gastar sus fuerzas antes de su única obsesión y gran objetivo: el Tour de Francia. Hasta el propio Johan Bruyneel, director del US Postal, reconoce que si todo transcurre de forma normal, su corredor es el único candidato serio al triunfo, aunque matiza que el mayor peligro llegará desde las filas del Once -Igor González de Galdeano y Beloki- y Kelme -Óscar Sevilla y Botero-, y, como buena parte de los aficionados españoles, espera que este sea el año de Haimar Zubeldia e Iban Mayo -Euskaltel-, las dos grandes promesas del ciclismo vasco. En la recámara, el iBanesto, con Mancebo -mejor joven hace un par de años- y Unai Osa. ¿El resto? Las incógnitas de Kivilev y Moreau, que en esta temporada aún no han hecho nada reseñable. A favor de Armstrong, su incontestable superioridad en las tres últimas ediciones, el no haber ofrecido síntomas de debilidad, la exquisita preparación de la prueba, un equipo compacto -Roberto Heras, Landis, Rubiera...- y el que acaba de cumplir 30 años, la misma edad que tenía Indurain cuando ganó la cuarta ronda francesa. En su contra, la falta de referencias de un rival directo. De ahí que todas las miradas estén depositadas en el Once de González de Galdeano -ya ha superado esta temporada al norteamericano contra el crono- y de Joseba Beloki, con dos podios en el Tour de Francia. El resto, una incógnita