FÚTBOL / LA JORNADA
21 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.«Nunca choveu que non escampara», reza el refranero. Sin embargo, esta tormenta parecía emular a la biblíca de Noé. Todo empezó allá por el 20 de enero de 2001 en Riazor. El entonces delantero del Oviedo, Roberto Losada, pugnó por un balón bajo con el meta Molina y salió ciertamente perjudicado. Rotura de tibia y peroné certificaría un dramático parte médico. Curiosidades de la vida, uno de los primeros en acercarse al jugador ovetense, que bramava de dolor sobre el césped, fue Manuel Pablo, a quien el destino le tenía preparado el revivir la escena en sus propias carnes. La lesión de El Chino Losada sacudió los sentimientos de Molina - quien acompañó al vigués en sus primeras horas- de compañeros, rivales e incluso de la afición de Riazor que, desde entonces, siguió de cerca su evolución. Lenta y dura, por cierto. Por aquel entonces, Losada tenía apalabrado su traspaso al Mallorca, conversaciones que se truncaron ante lo que se antojaba un cuasi eterno periodo de recuperación. Se sucedieron las operaciones -quita y pon de clavo incluido- y otras complicaciones que seguieron dilatando su vuelta a los terrenos de juego. A finales del pasado año, el respresante de Losada se sacó de la chistera un nuevo acuerdo -ya rubricado- con el Mallorca, y Losada voló a la isla. En Palma, todavía tocado moralmente y fuera de forma, mantuvo un ritmo de trabajo propio de campo de concentración. Hasta que logró meter la cabeza en una convocatoria. La semana pasada, Kresic le regaló diez minutos en Las Palmas. Su primer balón se disfrazó de asistencia. Ayer, se jugaba el 71 cuando se produjo su debut en Son Moix. En su tercera aparición en un partido bronco, porque el Athletic de Bilbao todavía no estaba rematado, aprovechó una pelota para enchufarla al fondo de la red. La gloria no le empañó el corazón. Lejos de encorajinarse por las horas de gimnasio, el trabajo en solitario o los momentos de duda y miedo, El Chino Losada dedicó su vuelta a la vida a alquien que la perdió definitivamente, su amigo Dubovsky.