Vicky Larraz: «Mi actitud nunca fue la de ser una chica comedida, ni lo sigue siendo»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Vicky Larraz en una imagen promocional actual
Vicky Larraz en una imagen promocional actual

La que fuera voz de Olé Olé llega a Galicia en el espectáculo Yo fui a EGB que tendrá lugar el 25 de marzo en A Coruña

06 mar 2023 . Actualizado a las 16:52 h.

Los años ochenta se han instalado en el imaginario colectivo como la gran era de pop español. Y de esa idea tira mucho el espectáculo Yo fui a EGB, que explota la nostalgia de los criados con Naranjito, Un dos tres y libros Vacaciones Santillana. Musicalmente, eso traduce en la presencia de artistas como Nacha Pop, Orquesta Mondragón, Modestia Aparte y La Guardia, entre otros. Hay un nombre con una connotación especial: Vicky Larraz. La excantante de Olé Olé está ofreciendo sus últimas actuaciones antes de retirarse. En Galicia llegará de la mano de Cávea dentro del citado espectáculo. Será en A Coruña el 25 de marzo (Coliseum, 19.00 horas, desde 38 euros).

—Dos canciones compiten por el título de himno de Olé Olé: «No controles» y «Voy a mil». ¿Usted con cuál se queda?

—Es muy difícil. No controles es una canción de Nacho Cano, un himno que tiene su vida propia y un mensaje que va evolucionando con el tiempo. En su día, era una chica que le decía a su novio déjame ser como soy, no me controles mi forma de vestir, bailar, mirar, ni nada… Pero luego ese mensaje ha sido heredado por el colectivo LGTBI y mucha gente que quiere decir: «Quiero ser como soy». Con Voy a mil rompimos el arquetipo de poperos añadiéndole el toque rock que tenía Olé Olé. Es complicado elegir.

—¿Cómo lograron que Nacho Cano les cediese esa canción en lugar de quedársela para Mecano?

—Nacho estaba en la cresta de la ola de su creatividad. Jorge Álvarez, nuestro productor, también era el de Mecano. Le propuso que yo cantase una de sus canciones.Me acuerdo perfectamente cuando vino y me conoció. Para mí era algo increíble porque Mecano eran lo máximo. Me propuso cantar el tema. Y creo que, cuando me escuchó, vio que la canción se convertía en algo totalmente distinto. En ese momento lo vio. Simplemente es eso. Como todos los artistas, las cosas las tienes que ver. La lógica no sirve para eso. Cuando el vio darle un giro tal yo creo que fue lo que le llevó a decir: «Sí». Y ya está. 

—Mecano y Olé Olé eran los dos grandes grupos de aquel pop comercial. ¿Había rivalidad?

—No entre nosotros, sino con otras tendencias. Nosotros éramos los niños bien, los poperos. De hecho, nos llamaban los hijos de Mecano, porque habíamos sido apadrinados por Nacho y estábamos en la misma discográfica. La rivalidad estaba con grupos como Alaska y los Pegamoides. Ellos eran cool, vanguardistas,, maravillosos y punkis. En ese esquema, nosotros éramos pijos. Había una rivalidad sobre quién era más auténtico. Nosotros no es que fuéramos pijos, sino unos currantes. Subíamos al escenario y currábamos como los que más. Pero la etiqueta nos la pegaron y quedó ahí.

—¿Buscaban ser modernos?

—Había una gran influencia anglosajona. Inglaterra marcaba muchísimo las tendencias. Era la época de los Nuevos Románticos con Durán Duran y Spandau Ballet. También empezaban Simple Minds. Nosotros nos empapamos de todo esto. Lo llevamos a nuestro terreno y lo filtramos para nuestro púbico. En Olé Olé había mucho interés por la tecnología. Por ejemplo, el teclista tenía siempre los últimos teclados que salían. No nos quedábamos atrás.

—Aquella batería de cajas hexagonales suya era tan icónica como los teclados de Nacho Cano.

—Sí, ¡la batería del querido Juan Tarodo, que sonaba sensacional!

— ¿Había una consciencia feminista en «No controles»?

—Totalmente. Yo tengo una personalidad fuerte y me muevo por convicciones absolutas. Y, efectivamente, No controles era feminista en una época en la que empezaban los grupos liderados por mujeres. Y el Voy a mil, igual. Pero si miras las letras, el mensaje solía ser ese. Una persona fuerte, luchadora y que se siente bien en su propia piel. Creo que la gente joven se identificaba con ese mensaje. Aunque fuera subliminal, estaba ahí. También mi actitud, que no era la de una chica comedida [risas]. Ni lo sigue siendo, como se verá el 25 en A Coruña. ¡Sigo exactamente igual!

—Decirle a un novio en 1983 no me digas como me tengo que vestir era mucho más rompedor que decirlo en 2023.

—O mi forma de mirar, porque a todos enamoro. Decías: «Me da igual si no enamoro. Hazte con ello. Asimílalo. Soy quien soy y no voy a decir ni de mirar, ni de pensar, ni nada. No tienes la capacidad de cambiarme». Eso era muy fuerte y muy contundente.

—¿Por qué dejó Olé Olé?

—Por una cuestión creativa. Te coartan y te dicen: «Hasta aquí llegas». Tienes que tomar una decisión. O te quedas limitada y frustrada o decides explorar. El artista que no sea explorador no es artista. Hace de artista, pero no lo es. Yo dije que si me cortaban las alas, las iba a buscar por otro lado. De hecho, fue ahí donde nació Bravo Samurai.

—Su salida del grupo y la llegada de Marta Sánchez supuso un cataclismo. Fue noticia de telediario.

— [Risas] Sí, fue tremendo.

—¿La música tenía un papel central en la sociedad que se ha perdido?

—La música no es lo que era. Se ha convertido, por desgracia, en algo muy efímero y desechable. Yo me siento muy honrada de poder haber vivido la época que he vivido, donde la música tenía una presencia fuerte. Hoy en día, estamos rodeados de cosas efímeras y por eso la música no sale en las noticias. Si sale es por otra cosa, al margen de la música.

—Citaba «Bravo Samurai». ¿Es su estandarte en solitario?

—Sí, es mi bandera. Así la siento. Fue la canción con la que representé a España en el Festival de la OTI, un gran honor. Es otro grito de guerra. Yo voy de grito de guerra en grito de guerra [risas]. Todos necesitamos un samurai, un guerrero que se guíe por el honor y nos inunde la vida.  

—Después, vino una trayectoria en solitario con menor proyección, mientras Olé Olé tenía mucho éxito. ¿Le generaba frustración?

— Tuve éxitos como Nueve noches sin ti, con una exposición enorme. El amor es un huracán es otro. Tuve temazos. Lo que pasa es que han pasado muchos años. Yo alucino con eso, porque cuando hicimos el año pasado la gira con Olé'Star [grupo formado por Larraz en el 2018 con Pedro Vela y José Pino]alucinabas con lo bien que la gente se conocía los temas. Otra es Mucha mujer para ti. De esa hicieron un cover en México, una artista que se llama Bibi Gaytan y sonó muchísimo. Entonces, hice tres elepé que hoy suenan muy bien. Lo que pasa es que me metí luego en la televisión y entré en otro ciclo de mi vida.

«No es normal que el reguetón ocupe todo el mercado»

Es una queja común de muchos artistas longevos nacionales. Y Vicky Larraz la comparte: en España no se respeta a los artistas de larga trayectoria: «No, para nada —dice—. Ocurre en cualquier sitio. En Italia. En Francia. En Inglaterra. En Estados Unidos. Ahí se trata con respeto la veteranía, a la gente que tiene una trayectoria, a quien se lo ha ganado con el tiempo. En este país, no. Y no sé por qué. Quizá sea una de mis grandes frustraciones al irme del mundo de la música, después de haberle dado tantos años».

—¿Se estila mucho lo de «que no siga dando pena en el escenario»?

—Claro, imagina que le hubieran dicho eso a Raffaella Carrá. Se te cae la lengua antes de decir algo así. Lo que hay es mucha ignorancia. Un artista se tiene que ir cuando lo siente. Como Tina Turner, por ejemplo. Es como si ahora le dices a los Rolling Stones que se tienen que retirar. Pero aquí, en España, nosotros somos nuestros peores enemigos.

—Llama la atención que la mayoría de la música juvenil de este momento sea hecha por solistas. ¿Ya no hay bandas como antes?

—Sí, las hay pero no las conoces y hay un motivo. ¿En dónde se está apoyando a la música española en los medios? ¿Cuántos programas de televisión hay? Nosotros con Ole'Star hacíamos un tema cada dos meses. Hemos hecho duetos con Mägo de Oz. Y no, no hay programas musicales para eso. Lo que hay son talent shows donde salen solistas. Como no tienen catálogo, se dedican a hacer tributos. Y, cuidado, que yo creo que tiene que haber sitio para todo el mundo, pero se crea un mercado musical que está copado por la moda del momento, como el reguetón. Con todos mis respetos al género y a la gente a la que le gusta, lo que no es normal es que ocupe todo el mercado. En mi época había sitio para todo el mundo: para los punkis, para los nuevos romántico, para los siniestros, para los poperos… Y había medios que estaban apoyando eso.