«Fue la mano de Dios», contra la estrategia del olvido

Eduardo Galán Blanco

CULTURA

Los actores Toni Servillo y Teresa Saponangelo encarnan al padre y la madre del protagonista, al que interpreta Filippo Scotti.
Los actores Toni Servillo y Teresa Saponangelo encarnan al padre y la madre del protagonista, al que interpreta Filippo Scotti.

La reconstrucción que el filme de Paolo Sorrentino hace de la familia es sensacional, brillando en especial la singular figura de los padres, con Toni Servillo, el actor fetiche del realizador napolitano, y la maravillosa Teresa Saponangelo

20 ene 2022 . Actualizado a las 08:57 h.

Desde Verano del 42 a La última película, nos gustan los filmes que tratan con ternura la primera juventud, las dificultades de la educación sentimental, la dolorosa adaptación a la vida adulta. Luchando contra la estrategia del olvido —no queremos recordar quienes somos, o sea, quienes fuimos—, muchos cineastas han evocado sus años de confusión y descubrimiento en películas autobiográficas —Adiós, muchachos de Louis Malle, Los 400 golpes de Truffaut—, terreno en el que los italianos son maestros —La prima cosa bella de Paolo Virzì— y donde Fellini reina como santo patrón.

En Fue la mano de Dios, entre el melodrama y la comedia —«nuestra juventud es una mezcla inseparable de drama y disparate cómico», escribió Patrick Modiano—, Paolo Sorrentino cuenta la historia de su adolescencia napolitana. Y la sencilla tragicomedia le sienta bien al autor de las enfáticas Il divo o La gran belleza.

El Nápoles de mediados los ochenta, al que llega Maradona, es el magma de Fue la mano de Dios. Y sí, como siempre, hay algo de Fellini aquí, como en todas las películas del director napolitano; desde el arranque mismo, cuando una noche de calor abrasador, la sensual y perturbada tía del chaval protagonista es transportada por San Genaro —¡en su coche!— hasta un estado de trance levitando junto a un pequeño monje. Pero, tras ese comienzo, con una agradecida sinceridad, Sorrentino se sacude bastante la influencia más evidente del de Rímini.

La reconstrucción de la familia sorrentiniana es sensacional —la hermana que nunca sale del baño, el hermano de «rostro convencional», según denominación felliniana—, brillando en especial la singular figura de los padres —con Toni Servillo, el actor fetiche de Sorrentino y la maravillosa Teresa Saponangelo, musa del realizador Antonio Capuano, maestro del napolitano al que se invoca en la película—. Es gozosa la gran galería de personajes femeninos que atraviesan la historia; inolvidables la vieja baronesa —encarnada por una espectral Betty Pedrazzi— que inicia al chaval en «el futuro», la tía lunar —maravillosa Luisa Ranieri— o la confusa joven actriz que representa a Lisístrata y a Salomé con igual desazón.

Y es que, «ante todo, la vida es un desfile de grandes secundarios», como dejó dicho el gran Lubitsch.

«È STATA LA MANO DI DIO»

Italia, 2021.

Director: Paolo Sorrentino.

Intérpretes: Filippo Scotti, Toni Servillo, Luisa Ranieri, Teresa Saponangelo, Marlon Joubert, Lino Musella, Renato Carpentieri, Sofya Gershevich, Enzo Decaro, Massimiliano Gallo, Elisabetta Pedrazzi, Ciro Capano, Biagio Manna.

Comedia dramática.

130 minutos.