«El deseo de los accidentes», la novela con que Rafael Caunedo da el salto

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Rafael Caunedo (Madrid, 1966).
Rafael Caunedo (Madrid, 1966).

El narrador madrileño sirve un «thriller» sobresaliente y sin ruido que procura una lectura adictiva, perfecta para las tardes veraniegas

18 ago 2021 . Actualizado a las 04:50 h.

Venía llamando a la puerta desde que en el 2009 publicó la novela Plan B, a la que siguieron otras como Se acabó y Lo que ella diga. Todas en editoriales pequeñas. El salto llega ahora de la mano del sello Destino, con El deseo de los accidentes, en la que Rafael Caunedo (Madrid, 1966) sirve un thriller sobresaliente y perfecciona aspectos como la coralidad y una especie de suspense orgánico latente. Abogado que no ejerce, por la llamada de las letras, Caunedo se dedica a coordinar clubes de lectura y ofrece clases en talleres de escritura. La historia -en la que se mueven multitud de personajes- la pone en marcha Blanca Zárate, una briosa sargento que ejerce en un grupo operativo de la Unidad de Intervención Policial de Madrid (los antidisturbios) y a la que apodan Kung Fu Panda por sus proverbiales golpes. Ella se incorpora al trabajo después de una baja maternal -tras la llegada de la bebé Edurne- y en la primera salida -para contener a unos hooligans del Besiktas turco, que han venido a ver un partido de fútbol de Champions con el Real Madrid- tiene un accidente, un percance que parece desatar los engranajes del desastre, de consecutivos nuevos accidentes y problemas que ponen a Kun Fu Panda en un «cuesta abajo en la rodada», que diría el tango. Por supuesto, las dificultades de su matrimonio con Alberto, profesor de historia y que sueña con ser escritor, ayudan a acelerar el declive. Eso y que la funcionaria tiene serios problemas para digerir y gestionar sus crisis personales, lo que la perjudica seriamente. Todo ello provoca que se dispare la tensión, pero esta fluirá además entre los otros actores del relato, cuya perspectiva construye el narrador en tercera persona que administra la historia. Caunedo evita los malabarismos y el ruido excesivo, y con una medida economía expresiva -en ocasiones elíptica, y también con esos capítulos cortos- y su talento visual contribuye a regalar una lectura adictiva.