¡Y parece que fue ayer!

Carlos García Suárez

CULTURA

LALIN
LALIN

21 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Un 21 de julio de 1996, nos dejaba, rodeado de su familia y amigos que se habían acercado hasta su casa de Vigo, uno de los grandes creadores de las artes plásticas del siglo XX. El Concello habilitó la planta baja de la Casa das Artes para rendirle homenaje y que la ciudad se pudiese despedir de él antes de salir, escoltado por la Policía Local, de gala, en dirección al cementerio de su Lalín natal, donde, cumpliendo sus deseos, le esperaba el panteón familiar, coronado por una «pomba» realizada por el escultor Manolo Paz, junto a numerosos artistas, representantes del mundo de la cultura, economía, sociedad y amigos, mientras Plácido interpretaba con su gaita «A muñeira de Laxeiro».

Veinticinco años desde que no disfrutamos de su retranca, de su sonrisa socarrona, de su silueta con sombrero, sus quejas por las corrientes de aire, sus tertulias en el Goya, su sagacidad, su interés por los demás, su genialidad, su vitalidad… Laxeiro era un ser vital, eternamente joven, a pesar de que su cuerpo le recordase, con dolor, que los años y el trabajo van pasando factura, y que cargaba su energía con el contacto con las personas y, especialmente, con los jóvenes.

Metódico, siempre pintando, —a pesar de que alguno pudiese creer lo contrario al verle rodeado de colegas, amigos y admiradores en sus habituales tertulias del Goya en Vigo, hoy desafortunadamente desaparecido y advertido, como un visionario, por Laxeiro a su propietario: «Rubén, ti sigue así que vai acabar sendo unha droguería», o del Café Gijón en Madrid—, como demuestra el número de obras catalogadas por la Fundación Laxeiro.

Laxeiro, entendía y disfrutaba del arte y, desde la excelencia que le daba su don innato del dibujo, vivió por y para la pintura y dedicó su vida a un permanente aprendizaje. Ávido lector, tenía ese talento natural que le hacía confluir con otros grandes artistas del resto del mundo, en un lenguaje universal al que se llega tras la evolución artística y personal. Hace 25 años que nos dejó, pero su obra y esencia están más presente que nunca y el tiempo, juez que quita y da razones, junto al resultado de toda una vida de trabajo constante, va consiguiendo que se haga más grande su recuerdo y el reconocimiento de Laxeiro como uno de los grandes maestros de la pintura del siglo XX, debiendo ser este aniversario, el punto de inflexión para, definitivamente, situar a Laxeiro a la altura que internacionalmente se merece.

Desde la Fundación Laxeiro tenemos el orgullo y responsabilidad de mantener y difundir su legado y, aunque hemos pasado momentos muy duros, su aliento, la satisfacción de representar a un artista comprometido, guía y motivación para muchas generaciones, junto al apoyo incondicional de amigos y admiradores, hace que el balance final sea tremendamente positivo y nos podamos sentir orgullosos de haber podido convivir con Laxeiro y disfrutar de él, insuflando su pensamiento, obra y modo de entender la vida, para coger su testigo y transmitirlo. Veinticinco años… y parece que fue ayer. Larga vida a Laxeiro.