Adam Zagajewski: una poesía entre el sueño y la razón

x. f. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Adam Zagajewski (Lvov, Ucrania, 1945)
Adam Zagajewski (Lvov, Ucrania, 1945)

La obra del autor polaco fue a la vez crónica íntima y memoria de Europa

23 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«La poesía es un sueño hecho realidad en presencia de la razón». En la que fue una de sus últimas entrevistas, el polaco Adam Zagajewski enunciaba una concepción poética que ofrecía una vía de entrada a las intimidades de su universo literario. «Una especie de diálogo con la imaginación», añadía también. Esa visión personalísima conectaba también con lo colectivo y, de forma especial, con esas generaciones de europeos que en la segunda mitad del siglo XX habían quedado expuestos al vaivén caprichoso de la historia: «En ciudades ajenas venimos al mundo / y las llamamos patria, mas breve es / el tiempo concedido para admirar sus muros y sus torres» arranca su poema Canción del emigrado.

La biografía de Zagajewski es un buen ejemplo. Nació en Lvov, en lo que entonces era Polonia y hoy es Ucrania, no sin antes pertenecer a la Unión Soviética. Sus primeros años también transcurrieron en la que en esos años era la Silesia y después pasó a Polonia. Un período que, como ocurre en muchos poetas, dejó huella. «La infancia es la poesía de la vida», sostenía el escritor.

Su obra empezó poco después. Fue un despertar poético aparejado al ansia de libertad bajo un régimen que la coartaba. Las demandas de Zagajewski se centraron en el lenguaje y la denuncia de cómo quienes ejercen el poder se apropian de las palabras para imponer un discurso impenetrable e incontestable. La poesía era una respuesta a ello -Komunikat era el título de su primer poemario- y le valió una vivencia más de desarraigo que añadir al que traía de la infancia. El exilio en Estados Unidos y Francia donde acuñó su idea de que la pintura era el arte de los que tenían un hogar, la música era de los sintecho y la poesía, de los emigrados. Desarrolló también una cultura y memoria europeas por convencimiento: «Vengo aquí y me siento como en casa», subrayó con respecto a España cuando en el 2017 se le concedió el premio Princesa de Asturias de las Letras: Antonio Machado era una presencia ineludible para quien empezó leyendo de niño una versión infantil del Quijote. Se definía como proeuropeo y se encontraba cómodo en las antiguas ciudades del continente, mirándose en el espejo de cuadros para encontrarse a sí mismo en los retratos de viejos maestros.

Superados esos años de tránsitos, como los definía, la llegada de la madurez lo devolvió también a Polonia, asentándose en Cracovia. Su poesía reflejó el cambio, transformándose en tonalidades más existenciales. Autorretrato, un poema de 1997, exprime a fondo las posibilidades del recurso de la enumeración, donde Bach y Machado se dan la mano, los poetas vivos y muertos, los amigos y el amor. Una introspección que no excluyó su toma de partido ante la realidad de su país, con la denuncia de las implicaciones de un gobierno ultraconservador. La muerte de amigos para los que escribí elegías implicaban una conciencia de la propia mortalidad: «Una elegía es una forma de resucitación y, por tanto, un duelo con la muerte».

Un autor ampliamente traducido con clásicos como «Dos ciudades»

La obra de Zagajewski está disponible ampliamente en castellano. Acantilado tiene en su catálogo varios de sus títulos fundamentales, como Dos ciudades -sobre los espacios de su infancia y juventud y la huella de los cambios políticos en ellas y sus habitantes- y Asimetrías. También se pueden leer sus personales ensayos, recogidos en volúmenes como Una leve exageración, textos breves que tocan los temas fundamentales de su obra: la historia, la música, la experiencia de la guerra y la religión; esta última, una idea que vinculaba a la escritura lírica al relacionar poema y oración. Zagajewski también participó en el 2015 en el ciclo Poetas Di(N)Versos que dirige Yolanda Castaño, una autora de la que el escritor polaco asegura que su poesía es «como champán».