A la Mostra hay que reconocerle el valor de haber sido el primer festival internacional de los de clase A que apostó por abrir puertas, lo anunció el pasado mes de junio y lo ha mantenido. Por aquel entonces, antes de este verano fatal, nos la imaginábamos con un programa que acogiese a casi todo lo que Cannes no pudo dar cabida. Y al Lido redivivo como ese puente aéreo con Hollywood de los últimos años, en los que este festival dio a conocer al mundo Gravity, Birdman, La La Land, The Favourite o Joker. Y George Clooney, Joaquin Phoenix, Emma Stone, Meryl Streep o Robert Redford compitiendo por el jet privado más tuneado.
La realidad es que quienes no fueron a Cannes en mayo van a esperar a Cannes 21 porque ahora no van a tener cines donde estrenar. Y también que Hollywood le ha puesta tapabocas a su festival amado. El principal contrafuerte sobre el cual Alberto Barbera sostenía la irresistible ascensión de este certamen ha dimitido este año y no hay ni un solo título norteamericano poderoso, de los que antes tenían overbooking, que vaya a estar aquí. Las estrellas que se atrevan a cruzar el charco -que serán contadísimas o no serán- van a ser recibidas como en Bienvenido, Mr. Marshall. A Cate Blanchett, quien ha mantenido su disposición a presidir el jurado, le harán un monumento en Santa Maria Elisabetta o le darán la medalla del Quirinal. Queda por ver si los protagonistas célebres de algunas de las películas a concurso -Cassey Affleck, Frances McDormand, Laura Dern, Shia LaBeouf, Stacy Martin o Helen Mirren- tendrán el arrojo de presentarse.