El filme narra, a lo largo de quince años, la fundación y ascenso de la banda Queen
28 ene 2019 . Actualizado a las 10:51 h.«Somos cuatro inadaptados que tocamos para otros inadaptados, para los marginados del fondo de la sala que tampoco encajan en la sociedad». Así se definían los componentes de Queen cuando, en sus inicios, intentaban encontrar su sitio en el panorama musical. Décadas más tarde, queda claro que lo suyo no es música para marginados, pues sus canciones son tarareables por prácticamente cualquier persona, sea fan acérrimo o no. De ahí que, lógicamente, este filme despertase tanta expectación.
Bohemian Rhapsody toma el título de uno de sus himnos, un tema inclasificable que define perfectamente el gusto por la experimentación, y cómo no, por la provocación, que residía en el espíritu de la banda. Lástima, sin embargo, que el filme no asuma los riesgos que esta tomó en sus composiciones.
Frente a la ingente cantidad de material que suministra un grupo como Queen, o la azarosa vida de su carismático líder, se ha optado por una película biográfica al uso de esquema tradicional. El filme narra, a lo largo de quince años, la fundación y ascenso de la banda, acabando con uno de sus conciertos más impresionantes, el Live Aid de 1985. Sin embargo, pasa de puntillas por la parte más escabrosa (excesos, homosexualidad, sida, muerte de Mercury…), que nos muestra en escasas pinceladas mientras se centra, con una óptica «buenista», en la exaltación de la amistad y la familia (ambos fusionados en el concepto del grupo como familia). Es, pues, una película blanca, casi para todos los públicos, que, sin embargo, cuenta con unos cuantos aspectos a valorar, el primero, la impresionante transformación de Rami Malek en Freddie Mercury, reto nada fácil, que, sin embargo, lleva a la casi mimetización de ambos. Pero también el permitir que nos asomemos al proceso de composición de un grupo que ante todo quería conectar con su público, así como poder ver, aunque sea un pequeño fragmento, de lo que fue el mundo de esta banda universal. Y, sobre todo, el disfrutar una vez más de sus composiciones en un espectáculo visual sin fisuras.