Mariella Devia canta «Lucrezia Borgia» en el teatro Colón, ultimando su retirada

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

ANGEL MANSO

La soprano italiana actuó por primera vez en Galicia hace 35 años; ahora, dice, quiere estar con su familia y sus animales

22 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A la pregunta de si en algún momento de su trayectoria se dejó tentar por el papel de diva, responde con un rotundo «no» y una amplia sonrisa. La soprano Mariella Devia (Chiusavecchia, Liguria, 1948) «es una cantante que ha llevado una carrera ejemplar caracterizada por la discreción, la sobriedad y la sensatez, alejada del divismo trasnochado en su peor concepto, así como del star system», corrobora el director artístico la programación lírica de A Coruña, César Wonenburger. Devia cantará mañana, a partir de las 20 horas, en el coruñés teatro Colón, Lucrezia Borgia. La ópera interpretada en modo de concierto, y que dirigirá Andrei Yurkevich, forma parte de dicho certamen. Además de la Orquesta Sinfónica de Galicia y el Coro Gaos (que en octubre cantará en Vigo La sonámbula), el reparto está integrado, entre otros, por Celso Albelo (tenor), Elena Belfiore (mezzo), Luiz-Ottavio Faria (bajo) y Francisco Corujo (tenor).

En sus 65 años de historia, la asociación de Amigos de la Ópera de A Coruña nunca había programado esta ópera, «entre otras razones, por la dificultad que representa encontrar las voces adecuadas, sobre todo, para los dos protagonistas principales». Sobre esa complejidad, Mariella Devia confirma que no es tarea sencilla, pero «como todas las composiciones de Donizetti que, en general no son fáciles». En esta línea, considera que su papel «es un rol muy particular».

Curiosamente, la primera actuación en Galicia de Devia fue también en el teatro Colón, hace ya 35 años: «Sí, había hecho un concierto, hace muchísimos años, haciendo La sonámbula, pero hace mucho tiempo». Si aquella fue la primera actuación, la de mañana será la última puesto que la artista está planeando su retirada de los escenarios: «Tengo otro concierto en Valencia en el mes de junio del año que viene, y luego otro en Madrid, en octubre. Y después... En principio, en enero o febrero del 2019 lo más probable es que lo deje...».

Hacer la maleta, «¡es lo peor!»

Ante la cuestión de cómo un cantante sabe o no que debe dejar los escenarios, la soprano que, apunta, ha ido asumiendo de forma progresiva papeles más dramáticos, sentencia: «No, no lo sabes. Es una cosa que siento, que cada vez estoy más fatigada de viajar continuamente, de hacer la maleta... ¡Es lo peor! [risas]. Y es por eso que deseo pararme».

En cuanto a la marcha de su carrera, Devia dice que, aunque no ha sido pausada, ha seguido «muy atentamente el repertorio que iba hacer, pensándolo siempre mucho». Reconoce que esa vigilancia «no siempre es fácil y te obliga a rechazar algunos papeles. De todos modos, durante un período cantas un repertorio y luego vas cambiando», matiza. 

Belcantismo romántico

La soprano italiana siempre ha interpretado un repertorio belcantista romántico, «manteniendo la elasticidad, la agilidad vocal y su rutilante registro agudo, requisitos fundamentales especialmente en este repertorio», argumenta uno de los críticos que «ha tenido la inmensa suerte de disfrutar del arte de Mariella Devia en más de 30 ocasiones».

En estos días, antes o después de los ensayos, dependiendo del día, ella ha buscado la tranquilidad de las playas de la ciudad para pasear. Explica que, fuera de la música, lo que más le gusta es caminar, viajar, ocuparse de su familia, su casa, sus animales. En su residencia de la campiña romana esperan dos gatos y tres perros a una mujer que ha perdido la cuenta de los escenarios del mundo por los que ha pasado, desde Moscú a Madrid, pasando por Londres, «los teatros españoles» y una ruta habitual: «De Milán a Palermo y de Palermo a Milán». Hace tiempo que cesó ese recorrido, admite: «La ópera en Italia atraviesa un tiempo de dificultad increíble como consecuencia de la crisis. La mayor parte de los cantantes nos hemos marchado fuera». Devia espera que el bel canto «se recupere y se renueve» en su país aunque no irá a verlo: nunca va a la ópera salvo a cantar.