Singular y talentosa joya animada

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

«Psiconautas, los niños olvidados» es, en palabras del director coruñés Alberto Vázquez, una mezcla de «cuento de terror y comedia subversiva»

04 mar 2017 . Actualizado a las 09:15 h.

Es una de las mejores y más singulares animaciones de los últimos años, y sobre todo un triunfo personal (más allá del Goya logrado) del coruñés Alberto Vázquez alrededor de su propia novela gráfica. Repite tándem junto al bilbaíno Pedro Rivero, después de haber realizado ambos el corto Birdboy (2010), su primer Goya conjunto. Vázquez recibió este mismo año otro cabezón por su corto en solitario, Decorado, aunque Rivero ya debutó en el 2008 con La crisis carnívora. Otra vez debemos volver sobre el milagro que representa haber servido Psiconautas con apenas un millón de dólares, una ganga si se compara con las cifras que pulen otras animaciones, especialmente en Hollywood. Al mismo tiempo, se evidencia una alta dosis de sacrificio por parte de sus autores y del resto del equipo, también la demostración clara de que sin talento no habría sido posible.

En palabras suyas, es una mezcla de «cuento de terror y comedia subversiva», dos balizas bien imbricadas en un resultado al que se añade una atmósfera fascinante en unos ambientes que pasan de un polo al otro, con una habilidad pasmosa y una clara vocación transgresora. Al viejo Walt Disney le habría dado un síncope… De la apariencia de propuesta infantil a la dirigida a adultos, de la comedia negra a la fantasía distópica («el tiempo es cobre»), de la reflexión ecológica al universo gótico, de lo macabro a lo festivo. Se rastrea además un profundo conocimiento de la cosmología universal del cuento y de la fábula en todas sus variables.

Si en la propuesta visual y estética, el imaginario de Tim Burton se antoja próximo, su tipología antropomórfica logra el punto álgido en la peculiar historia de amor entre dos desgraciados: el huérfano Birdboy y la malquerida Dinki. El reciente Goya se suma a la veintena de premios que ya atesora. Con su próxima Unicorn Wars confirmará, estamos seguros, su plena madurez creativa. El género tendrá en Alberto Vázquez a otro sólido referente a nivel global, y se habrán acabado las penurias económicas que tanto coartan la libertad de un cineasta. Quizá así surja en España (¿o en Galicia?) la ansiada escuela pública de animación.