Rodrigo Cortés es de la misma cantera de Tarantino. Su escuela ha sido el videoclub. El director describe así su condición de autodidacta: «Serlo no fue una elección consciente, pero me ayudó a profundizar sin aceptar ningún axioma. Y claro, tuve maestros: Scorsese, Hitchcock, Orson Welles, Buster Keaton...». La revista Variety no ha escatimado elogios a su segunda cinta (la primera fue Concursante , protagonizada por Leonardo Sbaraglia y producida por la gallega Continental) y lo señala como uno de los diez directores a los que hay que seguir la pista.
-El planteamiento del protagonista encerrado en un ataúd recuerda a algún corto de suspense de Alfred Hitchcock. ¿Le ha influido?
-Claro. El maestro demostró como nadie que el espacio real no es importante, solo el cinematográfico. Era también un gran manipulador del tiempo fílmico. Todo lo que sé de punto de vista en cine lo aprendí de él, lo suyo era una cuestión de ética.
-Con esta película usted filma por primera vez un guión que no es suyo. ¿En qué medida ha participado en el argumento?
-En ninguna. Colaboré en la reescritura, aportando algo de humor negro y optimizando necesidades de dirección. El guión es de Chris Sparling. Fue un privilegio rodarlo.
-¿Para cuándo el estreno en España?
-No lo sé. Dependerá seguramente del estreno americano.