Moncho Borrajo, punto final

CULTURA

El humorista ourensano se despidió ayer de sus casi cuarenta años de espectáculos con otra actuación memorable en el abarrotado Coliseum de A Coruña

15 feb 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Todas las despedidas son tristes, salvo una. Porque Moncho Borrajo no permite duelo ni en el día del adiós definitivo. Y ese día fue ayer, el de San Valentín, enamorado de su público y este rendido al artista. El Coliseo de A Coruña tuvo ese privilegio, el de ver a Moncho Borrajo en su anunciado acto final. Y los grandes acontecimientos siempre van precedidos de grandes atascos. Pero Moncho no quiso toda la gloria para sí y él mismo salió a explicar que se retrasaría la hora de comienzo «porque el espectáculo coincide con el partido del Deportivo y mucha gente está llegando». Y por tratarse de la última gala, prometió que no reñiría a nadie por llegar tarde.

Un falso directo desde el set de informativos de Cuatro convirtió a Iñaki Gabilondo en presentador del evento y definió al artista de Baños de Molgas como «el hombre que ha revolucionado la forma de hacer humor durante casi cuarenta años».

Y apareció Moncho con una levita morada. Y el público arrancó el primero de los miles de aplausos que brindaría esa noche al incombustible humorista cuyo estandarte ha sido siempre la independencia. Es equidistante con todos. «Zapatero y Rajoy parecen Epi y Blas, si uno es tonto el otro es más», espetó entre sus primeras frases después de saludar al ministro de Cultura, César Antonio Molina, al igual que al alcalde de A Coruña, Javier Losada. «Tranquilo que Paco no vuelve», le soltó al regidor coruñés. El Bloque Nacionalista Galego también recibió su dosis: «Pero vamos a ver, si sois cuatro gatos, ¿por qué no os llamáis ladrillo?». Y dedicó buena parte de la actuación a hablar «el gallego de Ourense» traduciéndolo «al gallego del Bloque» entre constantes risas del público, que por tercera vez abarrotaba el Coliseo de A Coruña para reírse con Moncho Borrajo.

Imitaciones

No faltaron imitaciones, ni los chistes regionales («Esto en Madrid no lo cuento porque no me lo cogen»), ni los de matrimonios, ni su declarada homosexualidad («Estoy por volverme al armario porque como todos han salido ahora se estará de maravilla»).

Moncho Borrajo bajó el telón en Galicia, donde puso el punto final a cuarenta años de humor sin pelos en la lengua.