«Nadie excepto yo sabe cómo actuar en estas obras»

La Voz

CULTURA

29 sep 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Iniciada la obra de la iglesia de Firminy, el cardenal de Lyon se opuso y cerró el grifo. Era un diseño demasiado atrevido. De hecho, si no es por una pequeña cruz que tiene arriba, nadie diría que es una iglesia. Era difícil recabar fondos. Pasaron treinta años y el pueblo quiso que se terminara el inmueble.

El monumento alberga un museo en la planta baja. «El plan inicial era de siete plantas, pero hubo que reducir. El edificio se apoya en una plataforma bajo la cual hay un terreno que fue escombrera. Tiene un sistema de escaleras que recuerda los templos griegos. Arriba está la iglesia», dice Oubrerie. A ella se accede por una rampa que permite ver el aspecto escultural del edificio. El altar se observa desde los dos grupos de bancos a distinto nivel.

Niemeyer decía que veía sus curvas de hormigón en las montañas de Río. Y Le Corbusier, que la silueta de esta iglesia se la inspiraba la del monte que veía desde su ventana. Su interior sorprende. «Más que asombro, provoca emoción percibir ese espacio en el que parece que algo increíble está ocurriendo. Por fuera tiene aspecto escultórico y en el interior se expande», explica José Oubrerie.

A Firminy le queda solucionar su acústica. Tiene mucha reverberación. «Y dos opiniones opuestas, la de quienes quieren mejorar el sonido y los que dicen que no se toque. El problema surge cuando hablas desde el ambón. Se pensó en colocar paneles, pero resulta caro. Estamos viendo la posibilidad de que el sacerdote use un micrófono y se pongan altavoces bajo los bancos», señaló este profesional que ahora proyecta cocinas para sus amigos. En Firminy restaura otro edificio de Le Corbusier. «Nadie excepto yo sabe cómo actuar en esas obras. Alguien de la Fundación Le Corbusier confundió una bajada de aguas de San Pedro con una ventana vertical. Es increíble», cuenta el arquitecto.