En el manuscrito de Per Abbat la toponimia, topografía y geografía local está descrita con rigurosidad, incluyendo posadas y vados de ríos.
02 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.Desde Silos el caminante se dirigirá hasta Esteban de Gormaz, ya en la provincia de Soria, localidad frecuentemente citada en el Cantar y que cuenta con un gran patrimonio románico, en el sobresale la iglesia de San Miguel -que aún se estaba construyendo cuando el caballeto fue desterrado-, y la iglesia del Rivero. Tras esta breve parada, el conductor o caminante guiará su recorrido hasta Castillejo de Robledo, en donde tuvo lugar la legendaria afrenta de los infantes de Carrión. Casados con las hijas del Cid, los infantes azotaron a sus esposas para luego abandonarlas en aquellos «montes altos» habitados por «fieras». Uno de los hitos ineludibles en este viaje es el Castillo de Gormaz, enclavado a orillas del Duero sobre un alto cerro y del que el Cid fue alcalde, una vez que la fortaleza musulmana fue tomada por los cristianos. Es la fortificación más larga de toda Europa. La siguiente parada ineludible está en la ermita de San Baudelio de Berlanga, una de las joyas del arte mozárabe español. A su singular arquitectura se une su expresiva decoración pictórica, una de las muestras más primitivas de pintura románica peninsular. Proseguimos el camino y, tras visitar Berlanga de Duero -una de esas localidades que en la Edad Media era conquistada una y otra vez, tanto por la media luna como por la cruz-, el recorrido principal terminará en la villa medieval de Medinaceli, un conjunto artístico en el que sobresale el románico pero que esconde, asimismo, grandes pinceladas de arte barroco, renacentista y gótico. La tradición cuenta que Almanzor, muerto de regreso a Córdoba, fue enterrado con parte de su tesoro allí. Pues allí, bajo estas notas musulmanas de la que después sería una plaza castellana termina el itinerario de la primera parte del Camino del Cid, el cual parece seguir una máxima recogida en el Cantar: «Quien en un lugar mora siempre, lo suyo puede menguar».