«Si hubiéramos hecho un calendario en toples seguro que nos patrocinaban»

p. Santiago / a. a. A CORUÑA / LA VOZ

BETANZOS

ALEJANDRA DEL RIO

Jugaron en el Racing de Eirís en los años sesenta, junto a otras vecinas pioneras

28 ago 2017 . Actualizado a las 14:33 h.

Marisa Fernández y Carmen Simón, a quien todos conocen como Nenucha, se sientan juntas en la grada del campo de fútbol de Eirís. Atienden a un torneo de fútbol femenino que se celebra en paralelo a la tradicional Festa da Fresa. En sus manos sostienen varias fotos que parecen antiguas. Explican que hace ya más de media década desde que esa cámara las inmortalizó vestidas para jugar al fútbol, formando parte de uno de los primeros equipos femeninos de la ciudad, el Racing de Eirís. Por ellas, apenas ha pasado el tiempo. Tampoco se resiente su pasión por este deporte.

Pregunta. ¿Cómo fue su primer partido?

Marisa Fernández. Empezamos jugando el primer día de carnavales. Queríamos hacer un equipo, y pensamos en arrancar ese día para ver cuál era la aceptación. Nuestro entrenador se llamaba José Luis Mejuto.

Nenucha Simón. Mejuto era presidente del equipo masculino Racing de Eirís, que se formó en el año 1961 y del que fui madrina. Nosotras jugamos ese primer partido un año más tarde. Se celebró en el campo de Eirís, donde se hacía la fiesta, ahora ocupado por el parque Ofimático.

P. Y la recepción, ¿fue buena?

N. S. Fue un bum, nos llamaron para jugar un partido en las fiestas de Betanzos, y años después intentaron contactarnos para que volviésemos a jugar. Tengo un hermano en Buenos Aires que un día me trajo el recorte de un periódico de allí con una foto en la que salíamos nosotras. Un equipo de mujeres: muy bonito y mucha gente. Pero en aquellos tiempos era muy difícil conseguir que apostasen por nosotras, a pesar de que los delegados quisieron que continuásemos. Hoy en día tiene más futuro.

P. Jugaban con la equipación de los chicos.

M. F. Sí, los chicos del equipo nos dejaron su uniforme, pero nosotras jugábamos en zapatillas. No llegamos a conseguir una equipación propia. Fue algo que hablamos, pero nadie nos patrocinó. Cuando íbamos a la costura, contábamos que queríamos jugar al fútbol y allí nos decían: no hay para pan y compramos estampas. Pero eso no nos desilusionaba. Nos reímos ahora de lo que pasaba, porque pensamos que, rondando las nueve chicas los 18 años de edad, si hubiéramos hecho un calendario en toples, seguro que nos patrocinaban.

P. Conservan muchas fotografías de aquellos partidos.

M. F. Sí, todas. Recuerdo que fuimos una noche a ver una exposición que organizó Foto Blanco en la calle Real. Fuimos todas caminando, porque entonces no había autobuses. Foto Blanco nos expuso muchísimo, y se vendieron un montón de fotografías. Expusieron las instantáneas también en el Kiosco Alfonso y en el centro cívico de Eirís. Y en el año 1965 salimos en el periódico con motivo de la noticia de que el Inter de Milán formaba un equipo femenino.

P. ¿Tenían grupo de animadores?

M. F. En el campo éramos todos vecinos. Y sí, teníamos espectadoras y también espectadores. Recuerdo que durante los partidos le cantábamos a nuestro equipo: «¡Eirís es invencible, a la bim, a la bam, a la bim bom bam!»

P. ¿Y era invencible?

N. S. Tuvo sus buenas épocas. Solo que luego se deshizo, porque no había dinero suficiente.

P. ¿Cuáles son los mejores recuerdos de aquellos partidos?

M. F. Lo bien que lo pasamos. Recordamos esos días con muchísimo cariño.

N. S. El hecho de estar juntas, unidas. Nos reuníamos, como se hace hoy. La pena fue que no se jugó más. Yo conocí a mi marido entonces, cuando él jugaba al fútbol. Y la gente después nos reconocía. Cuando el novio de Marisa pasaba a buscarla le decían: «¡Está en el campo de fútbol!»

P. ¿Son mejores tiempos para el fútbol femenino?

M. F. Siempre es un gran espectáculo. Y ahora no hay los prejuicios que había antes. Ahora hay más apoyo de la Diputación o de quien sea. Hay otro manejo de dinero.

N. S. Falta hace que haya empuje y que no tengamos tantos obstáculos. La mujer puede jugar al fútbol, puede ser militar y puede pilotar un avión.

«Le cuento a mis nietos que jugaba muy bien, pero no se lo creen», asegura Marisa

No hay mejor prueba que inmortalice un gran momento que una fotografía. Sin embargo, a Marisa le cuesta hacer creer a sus nietos que la sonriente joven vestida con zapatillas, medias, y ropa deportiva sea ella. «Me dicen: ‘abuela, tú no eres esa’». Marisa les dice que sí, «y jugaba muy bien».

La lista de futboleros en la familia es interminable: «Uno de mis hijos es entrenador del Atlético de San Pedro, mi nieto mayor juega en el Paiosaco, el pequeño, en el Once Caballeros, el mayor de mis hijos fue portero en el Fabril, el menor, jugó en el Real Madrid juvenil, mi novio jugaba en el Liceo de Monelos», enumera Marisa. El problema viene con las vaselinas, cuenta la mujer. «Un día me dice mi nieto: ‘abuela, hoy hice una’», y ella le contesta: «‘ah, qué bien’, pero no tenía ni idea de lo que era», confiesa entre risas. «Jugó mi marido, jugaron mis hijos, y ahora los niños tienen mucha ilusión, yo creo que ya llevan el fútbol en la sangre», dice.

Nenucha cuenta que sus nietos tampoco la reconocen en la imagen. «Creen que fue una época de broma», a pesar de que entrena mucho con ellos: «sobre todo con Roi, el mayor, que no es tan futbolero». Añade que en su casa «todos hombres, todo fútbol... no sé si me gusta o es que ya lo llevo dentro», bromea Nenucha. «Me encanta, lo veo en la tele y no me cansa, y en vivo es todavía más bonito», puntualiza la exfutbolista.

El primer partido lo jugaron en 1962, fecha que conservan escrita en la parte de atrás de las instantáneas, que guardan con mucho cariño. Hoy, el fútbol sigue formando parte de sus vidas, especialmente a través de las nuevas generaciones. Y seguirán viviéndolo con mucha ilusión, «hasta la muerte», puntualiza Nenucha.