Gran labor de conjunto

Hugo Álvarez Domínguez A CORUÑA

A CORUÑA

Imagen de archivo de un concierto en el teatro Rosalía de Castro
Imagen de archivo de un concierto en el teatro Rosalía de Castro EDUARDO PEREZ

Habrá quien guste de interpretaciones más apasionadas; pero lo escuchado esta noche fue música camerística en su más pura esencia

09 nov 2022 . Actualizado a las 22:00 h.

Trío Magnacore. Yulia Iglinova, violín; Javier Albarés, cello; Vadim Gladkov, piano. Obras de Glinka, Tchaikovsky y Arensky. Sociedad Filarmónica de A Coruña. Teatro Rosalía de Castro, 8 de noviembre.

El tercer concierto de la temporada de la Sociedad Filarmónica se convirtió en el más coherente hasta ahora, tanto por el sentido del programa como por el modo de entender el género de cámara que demostró el conjunto invitado. Programa en torno a la música rusa, con el Trío patético de Glinka (en su versión para violín, cello y piano), un arreglo del célebre paso a dos del cisne blanco del Lago de los cisnes de Tchaikovsky y el Trío nº 1 en re menor opus 32 de Arensky. 

Si la obra de Glinka bebe de influencias italianas, la de Arensky va hacia el romanticismo puro. Ambas comparten tanto la importante presencia del piano como el hecho de que violín y cello dialoguen por separado con este en algunos momentos. 

En las versiones del Trío Magnacore (Yulia Iglianova al violín, Javier Albarés al cello y Vadim Gladkov al piano) destacó tanto el equilibrio de balance entre los tres instrumentos (por la marcada claridad de planos) como una gran sensación de labor de conjunto. El sonido fue siempre hermoso y el empaste perfecto. No se perdió de vista ni el carácter intimista de las obras ni ese ambiente de escucha mutua, que alcanzó uno de sus mejores momentos en la Elegía, tercer movimiento del trío de Arensky, con los instrumentos en sordina y en feliz conjunción; expuesta con una introspección que, en buena medida, sentó las bases del concierto. Fue un acierto la apuesta por la intimidad en los acercamientos, dejando en segundo plano el virtuosismo (aunque lo hubo) para ponerse al servicio de la naturaleza de la música.

Velada honesta e inteligente, con tres intérpretes que saben lo que hacen. Habrá quien guste de interpretaciones más apasionadas; pero lo escuchado esta noche fue música camerística en su más pura esencia. Ofrecieron como propina el tercer movimiento del Trío, opus 50, de Granados.