Leonskaya una vez más

Antón de Santiago CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Aún en el Coliseo, el director titular de la OSG, Dima Slobodeniouk, condujo a la orquesta en el concierto 23 del abono con un programa integrado por obras de Brahms y Panufnik

16 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Volvió Dima Slobodeniouk para el 23 del abono de la OSG y trajo consigo a la gran pianista georgiana Elisabeth Leonskaya (1945) para el Concierto número dos para piano y orquesta de Johannes Brahms (1833-1897), y un estreno en España del compositor polaco Andrzej Panufnik (1914-1991), su Sinfonía número seis, Mística. Aún en el Coliseo.

En 1977, con una vida de película y considerable obra en su haber, Panufnik se planteó una sinfonía basada en una combinación numérica apoyada en seis círculos. Esto evoca los planteamientos pitagóricos y la afirmación de Leibniz de que la música es un ejercicio inconsciente de aritmética. Y, más coetáneos, la proporción áurea (Fibonacci) usada por Bartok y el serialismo que sostiene el dodecafonismo. En esto Panufnik no entró, creó sus propios paradigmas en busca de un misticismo aséptico, belleza de la geometría, orden universal. Sonidos estáticos y en pianísimo llevan a la contemplación, interrumpida por momentos de agitación rítmica y armónica derivadas de la fórmula matemática. A tal motivación responde con oficio para asignar timbres al misticismo. Lo cual requiere lectura cuidada y sobria, que aportaron director y orquesta.

Brahms escribió su segundo concierto para piano en 1881, 20 años después. En él aunó su inclinación natural al gran pianismo y su desiderátum sinfónico. Es sinfonía con piano solista, por extensión e intensidad. Está este imbricado en el ensamble orquestal y resalta su profundidad y virtuosismo. Es obra de honda inspiración y sugestiva belleza, especialmente el lírico andante, y enérgicos allegros, el segundo un pequeño y alegre scherzo. Leonskaya, por sabiduría y capacidad virtuosística, es idónea para dialogar con el orgánico, imbricarse en él y sobresalir en sus soliloquios con la amplia gama de recursos pianísticos demandados: potencia, pulsación, delicadeza y exquisitos legato y musicalidad. El papel del director y la orquesta no han de limitarse a acompañar. Hay una exigencia concertante de alto nivel y respuesta de la orquesta impecable en todos los órdenes. Se cumplió con creces. En las cálidas ovaciones, Leonskaya se volvió a los músicos para resaltar su actuación.